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Jorge Glas dijo al juez que alucina, cojea y toma 22 pastillas al día
Lejos de la imagen de hombre vigoroso que proyectó al salir de la cárcel, al juez de Manglaralto le contó que tiene una discapacidad en la pierna izquierda, que toma antidepresivos y que se quiso quitar la vida.
La historia que Jorge Glas contó al juez de Manglaralto sobre su "grave estado de salud" dista mucho de la imagen de hombre vigoroso que lució al salir de la cárcel de Cotopaxi, el domingo 10 de abril de 2022.
“Jorge Glas está más fuerte que nunca”, repetían los videos correístas que se divulgaron inmediatamente después de su salida. En esa propaganda se elogiaba la fortaleza mental y física del exvicepresidente sentenciado por asociación ilícita, cochecho y peculado.
Pero ante el juez Diego Javier Moscoso sostuvo otro relato. Dijo que estaba muy enfermo, que toma 22 pastillas, 14 de estas son antipsicóticos antidepresivos, ansiolíticos. “Las marcas en mi brazo, que me hice el 31 de diciembre, son porque ya no quería seguir viviendo”, contó el exvicepresidente.
Sin embargo, ni ese día ni en la semana siguiente, Rafael Correa o Marcela Aguiñaga se refirieron sobre este episodio en su cuentas de Twitter. En otros casos, como cuando Glas hizo huelga de hambre, sí advirtieron que peligraba su integridad física.
Para lograr el habeas corpus, Glas reveló su depresión y su deseo de quitarse la vida después de que supuestamente le exigieran el pago de “una vacuna” de 20.000 dolares “para que no asesinen a mis hijos o (para) no violarme a mí”.
Aseguró que tiene tres hernias discales que afectan su columna y que le han causado una discapacidad. Dijo que cojea con la pierna izquierda y que esto le ha imposibilitado correr.
“En esta última evacuación (por el amotinamiento en la cárcel de Cotopaxi) trate de correr, no pude y me caí es porque la pierna izquierda no me responde, desconozco si es consecuencia de una de las 3 hernias discales que tengo en la columna... Tengo que dormir con un collarín rígido por las hernias cervicales, tengo un estabilizador de titaniun entre las vértebras L5 y S1 en la región sacro lumbar. Es muy probable que la estabilizadora se haya movido y esté presionando al nervio lo cual me está causando discapacidad, cojera, imposibilidad de correr en la pierna izquierda”.
Lejos de renquear, Glas salió de la cárcel caminando normalmente. Con paso firme se acercó hacia un niño y lo cargó en sus brazos. Hizo lo que prohíbe cualquier tratamiento para hernias discales: cargar o levantar cualquier peso.
En su relato ante el juez Moscoso, Glas dijo que padecía de espondilitis anquilosante, fibromialgia, hipertensión arterial, hernia discal L5 S1, rinitis alérgica, artrosis degenerativa, gastritis, asma bronquial, colitis crónica y trastorno de ansiedad generalizada.
Según él y su psiquiatra, Edison Barreto Zambrano, Glas “tiene un mal estado de salud mental”. Esto se habría generado por las amenazas recibidas a él y a su familia, también por las diferentes masacres ocurridas en el centro penitenciario. “Lo que le provoca alucinaciones constantes por el miedo, debiendo estar medicado para poder tener control sobre aquellas”.
Todos estos argumentos fueron recogidos por el juez Moscoso en su fallo. Dijo que el Estado le dio “tratos crueles” y que llegarían a la tortura. Así fue como Glas salió libre. Ahora completa dos condenas por corrupción en los casos Sobornos y Odebrecht. La sentencia del caso Singue, por peculado, está en apelación.