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Inseguridad en Huancavilca Norte: delincuentes trepan muros y roban
Los vecinos de la ciudadela temen que las invasiones en sitios cercanos aumenten los robos. Piden más control policial
Para Consuelo Granados es imposible dormir con tranquilidad en la ciudadela Huancavilca Norte, donde habita desde hace 17 años. Sostiene que la inseguridad le ha quitado el sueño y no sabe qué hacer para recuperar la paz que ella y sus vecinos han perdido por la presencia del hampa y de los invasores que, por estos días, se han adueñado de terrenos cercanos a esta zona.
Comenta que el robo a las viviendas y los asaltos constantes los mantienen alarmados. Por ello, se comunicaron con EXTRA para a través de estas páginas lanzar un grito de auxilio para que la policía incremente los patrullajes y evite que el problema se acentúe.
En la Huancavilca Norte habitan 1.200 familias ubicadas en 17 manzanas cerradas con muros y puertas enrejadas; pero estos implementos no han logrado frenar los atracos a casas y a residentes, casos que suceden con mucha frecuencia.
Lo corrobora Wilson Torres, quien habita en la manzana K. Dice que los hampones trepan los muros de cemento que dividen la ciudadela con un tramo de parque Samanes
“Las paredes miden menos de dos metros de altura y eso es aprovechado por personas desconocidas para cruzarlos. Una vez adentro de la ciudadela, se apoderan de todo lo que está a su alcance, como bicicletas, juguetes que los niños dejan en los cerramientos de las villas y hasta los accesorios de los vehículos parqueados afuera de estas”, dice preocupado.
Dora Rodríguez, otra residente, reconoce que la situación es preocupante, ya que los delincuentes también ingresan en tricimotos a la ciudadela y una vez que delinquen huyen sin que nadie los detenga.
“Hay tres garitas para controlar el ingreso y salida. Sin embargo, los tricimoteros entran fácilmente a dejar pasajeros que viven en la urbanización, pero cuando salen van cometiendo los atracos. Nosotros no contamos con verdaderos guardias de seguridad, solo tenemos guardianes que no realizan rigurosos controles”, explica.
Los vecinos cuentan que llaman a la policía para que los detenga, pero lamentan que los uniformados aparezcan después de una hora.
Efectivos de la Policía consultados por EXTRA afirman que realizan rondas frecuentes adentro y en los alrededores del sector y que eso ha logrado disminuir los robos. Pero los residentes los desmienten, al reiterar que los delitos crecen.
Otro problema que afronta el sector es el mal estado de los parques y calles.
“Las áreas verdes están descuidadas, los juegos infantiles se deterioran y las camineras se han convertido en un peligro. Es difícil caminar por estas sin el temor de tropezar y caer”, denuncia Diego Loza, quien tiene 17 años viviendo en la ciudadela.
También se queja por el mal estado de las calles. “Están llenas de huecos y eso dificulta el tránsito de los automotores privados. Las llantas de los carros se quedan atrapadas en esos cráteres. Hemos pedido al Municipio de Guayaquil que arregle estas vías, pero no hemos tenido respuesta”, enfatiza.
En cambio, el vecino Stalin Sáenz se queja del escaso alumbrado público. “Las lámparas se apagan a cada rato. Ya se ha llamado a la empresa eléctrica, pero medio arreglan y se vuelven a dañar, lo cual es aprovechado por los ladrones”, puntualiza.