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Imelda, la riosense que conoció al papa Francisco, hoy llora por él
En su altar aún conserva el rosario que le entregó Francisco durante su visita a Ecuador. La mujer confesó prefería morir antes que el pontífice
A Imelda Caicedo Vega se le llenaron los ojos de lágrimas cuando su nieta le confirmó que el papa Francisco había fallecido. Durante horas se resistió a creerlo, aferrándose a la esperanza de que fuera un error. Pero la realidad era otra: el pontífice que conoció en persona hace una década había partido de este mundo.
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Imelda, de 95 años, es oriunda del recinto Salampe, en el cantón Urdaneta, pero reside en Babahoyo, capital de la provincia de Los Ríos. Desde los 25 hasta los 65 años dedicó su vida a la catequesis, siendo una ferviente defensora de la fe católica.
Su devoción la llevó a ser elegida en julio de 2015 para representar al pueblo montuvio en el encuentro con la sociedad civil durante la visita del Papa al Ecuador. El evento se realizó el 7 de julio y la adulta mayor, quien ha perdido la visión en un 80 %, recordó claramente la jornada de aquel día en la que pudo dirigirse a Francisco.
La elección de Imelda fue hecha por el monseñor de la Catedral de Babahoyo, quien la contactó para llevar un mensaje al Papa en nombre de la mujer montuvia. “Yo estaba medio disgustada, creyendo que me iban a decir algo de la catequesis, pero al llegar la sorpresa fue para mí, al recibir tan importante anuncio”, rememoró.
Así conoció a Francisco
Le confeccionaron un traje con los colores verde y blanco, representativos de la bandera de Los Ríos, y un sombrero típico de su cultura. Acompañada por el padre Jaime Tasinchano, viajó a Quito para vivir una experiencia inolvidable. “Recuerdo que unos días antes tuve un presentimiento mientras hacía mis cosas en la casa y en ese momento no lo entendí. Fue Dios que quizás me estaba preparando para aquello y, no se lo niego, sentí muchos nervios al dirigirme a todo el público”, admitió.
El pontífice le entregó un rosario que ella conserva con especial cariño en su altar. Incluso, en medio del evento, el Papa bromeó al pedirle la receta de su comida, destacando la vitalidad de la mujer. Imelda, en cambio, le obsequió un llavero con la imagen de la iglesia Catedral de Babahoyo.
Actualmente, Imelda vive al cuidado de su nieta y, aunque ya no asiste a misa como antes, mantiene viva su fe rezando el rosario cada mañana. En la sala de su casa, un cuadro del encuentro con el papa Francisco cuelga como testimonio del momento más significativo de su vida y que jamás olvidará.
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