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Perdió la erre, pero no la sonrisa
El santaelenense no se incomoda cuando se le ríen porque no pronuncia correctamente palabras como arroz o carro. Lo que sí anhela es justicia
La fatídica madrugada que Ítalo Sabino Cruz Matías vivió el 18 de julio de 2020, se ‘esfumó’ de sus recuerdos. Pero no las secuelas que cambiaron su vida. Ese día, en medio de una borrachera, sus ‘panas’, con una tijera, le cortaron la lengua.
Y aunque ahora acepta con resignación las burlas porque no puede pronunciar correctamente algunas palabras, el hombre, oriundo de la provincia de Santa Elena, pide a Dios que en sueños le revelé qué pasó, después de las 23:00 en una casa, ubicada en la ciudadela Las Orquídeas, norte de Guayaquil, en donde solo pensó disfrutar de una noche de ‘chupa’ con sus ‘compañeros’ de trabajo.
“Le he pedido al Señor que me ilumine y que en sueños me muestre cómo ocurrió todo y por qué me hicieron esta maldad. No fue una broma, me desgraciaron la vida”, expresa Ítalo.
Pero a pesar de la aflicción que lo ha embargado durante ocho meses, el santaelenense no se incomoda cuando sus sobrinos se ríen porque no puede pronunciar palabras que llevan la letra erre.
“Ahora digo aloz (arroz), calo (carro), pol favol (por favor), levolución (revolución), lobal (robar). Tampoco puedo silbar, pero por lo menos con la operación ya puedo comer alimentos sólidos y entienden lo que hablo. Los primeros días para comunicarme debía hacerlo con un papel, donde escribía lo que necesitaba”, expresa sonriente, pues a pesar de su desgracia da gracias a Dios estar con vida.
Por más de una década, Ítalo trabajó en una empresa de embutidos. Allí, hace tres años conoció a uno de sus presuntos agresores.
Luego al salir de este empleo, Cruz se comunicó con su ‘amigo’ y le dijo que había una plaza de trabajo en una fábrica de colchones. Allí también hizo amistad con su otro presunto atacante, con quienes se reunió la tarde del pasado 17 de julio para beber y comer.
“Recuerdo que al llegar a la casa de una amiga de uno de mis agresores, ellos me dieron de beber un trago artesanal preparado con frutas, cuando este se terminó me brindaron otra bebida mezclada con jugo. Luego prepararon una comida. Hasta allí sé lo que pasó. De lo que pasó después se me borró el casete”, manifiesta.
Sin embargo, de lo que sí está seguro Ítalo es de que no se mordió la lengua, versión que al principio dieron los sospechosos a sus familiares. Las marcas en su cuerpo, como moretones, mordidas y cortes en los dedos dan constancia de que no solo le cortaron su órgano, sino que además lo quisieron torturar.
“Asumo que me mordieron para que yo abriera la boca y así poder cortarme la lengua. En la versión que ellos han dado a la Fiscalía se acusan mutuamente. Ahora tengo claro que nunca fueron mis amigos, yo les brindé mi confianza, ellos la botaron a un tacho de basura”, afirma Ítalo, quien ahora se gana la vida como taxista.
El informe médico reveló que los cortes fueron hechos con tijera, primero le habrían cortado el frenillo y luego la lengua.
Aún no ha dicho ni pío de lo que pasó
Teodomiro Cruz, tío y abogado de la víctima, manifestó que a pesar del tiempo transcurrido el agente investigador de la Policía aún no remite el informe a la Fiscalía y esto ha dilatado el proceso judicial.
El defensor explicó que el caso aún está en investigación previa y que los acusados evaden su responsabilidad. “Sin embargo, la propietaria de la casa donde ocurrieron los hechos, afirma que aquella madrugada golpearon la puerta de su vivienda y le pidieron pintura, seguramente con la intención de borrar las huellas de lo que hicieron”, indicó Cruz.