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A Lorena (chompa jean) la apoyan tres mujeres en el cuidado de los gatitos. Todos tienen nombre.HENRY LAPO

El hogar de los ‘michis’ maltratados está en Quito

Les dan todo el amor, pero también tienen sus gastos, tantos que ahora deben 16.000 dólares por su atención. Las historias de los felinos conmueven.

Por donde quiera que se vea hay un gato cruzándose en la vivienda, ubicada en las calles De los Pinos y Los Cipreses, en Tumbaco, nororiente de Quito. Algunos gruñen. Otros olfatean, pero la mayoría de los 264 animalitos se acerca para que los acaricien.

Esta es la sede de la Fundación Mininos Felices, que se ha dedicado desde hace 10 años a rescatar a estas mascotas de situaciones difíciles. “Ha habido algunos que no hemos podido salvar”, lamenta Lorena Romero, representante de la entidad.

En esta labor se necesita de servicios veterinarios, medicinas, comida especial. Solo en la primera, la fundación adeuda alrededor de 16.000 dólares. Por lo que organizaron un hornado solidario ayer.

Además, los fines de semana realizan una especie de feria de emprendimientos para solventar los gastos. Tazas, vasos, ropa, comida, todo con la temática gatuna.

Lorena empezó a adoptar felinos hasta que en su casa hubo 18, entonces creyó necesario hacer de su pasión una forma de ayudar directamente a esta población animal. Por ello, ahora alquila una casa en Tumbaco, para que los gatos tengan el espacio para rehabilitarse. Le cuesta 750 dólares.

Además, hay que invertir en limpieza, pago de servicios básicos, que debido al cuidado que requieren las mascotas son sumas elevadas. “Lavamos cobijas todos los días”, añade.

Algunos de los felinos tienen padrinos. Es decir, que entregan dinero o incluso les pagan sus gustitos. Aun así, no alcanza.

Enfermedad y crueldad

Esta casa también es el refugio de 12 gatos leucémicos que necesitan de comida premium, medicamento y cuidados especiales. Ellos están aislados, pues el cáncer que padecen es producido por un virus, según su cuidadora. “Podemos darles cuidados paliativos”, insiste.

Fe debe utilizar pañal porque su cadera quedó inmovilizada luego de un atropellamiento.HENRY LAPO

Cada grupo tiene su propio cuarto según sus necesidades.

El primero acoge a gatitos abandonados al nacer o que llegaron al mundo en el refugio porque los dueños de sus mamás las echaron a la calle al verlas preñadas.

En el segundo están los ferales. Y hay instrucciones: “No tocarlos, no acercarse demasiado, no hacer movimientos bruscos o que los asusten”. Allí habitan unos 10 ejemplares, que solo obedecen a la voz de Lorena, pues son salvajes. “Ellos son los más rechazados porque la gente no los entiende. Pueden morir de hambre”.

En el tercero reposan los más delicados. Allí está Fe, una gatita de unos seis meses de edad que arrastra su cadera cuando se mueve. Ella fue atropellada en el sector de La Rumiñahui, el 7 de febrero, y esperó seis horas por ayuda.

Ahora usa pañal y poco a poco ha ido recuperando la confianza en los humanos. “Por eso le pusimos ese nombre, pensamos que no salía y sobrevivió”, cuenta Lorena.

Ángel se quedó sin ojos luego de que le clavaran tachuelas. Lo encontraron sangrando.HENRY LAPO

Esta rescatista ha visto demasiada crueldad: animales sacrificados, empalados, con orejas cortadas, lanzados del cuarto piso, macheteados...

“La gente es más cruel con los gatos y sus casos son invisibilizados”, sentencia.

Ángel –un gato gris– se golpea en las paredes. Aún no termina de orientarse luego de que alguien lo hiriera con clavos en sus ojos.

Las historias son variadas, tanto que en el sitio hay dos perros, un conejo y dos gallos también rescatados de la indolencia humana. “A Muñeca (la perra) la violó un humano y nos costó que vuelva a acercarse a uno”, detalla.

La veterinaria Verónica Albornoz explica que los ataques a animales solo se pueden prevenir con la educación. “Hay que enseñar a los niños a respetarlos, que entiendan que ellos también sufren”.

Mientras que la rehabilitación de un gato, que según la experta es más sensible que un perro, requiere del cariño de los rescatistas, así como de un ambiente cálido y juguetes.

Si desea apoyar, puede llamar al 098 329 4540, de Lorena Romero, o ingresar a la página de Facebook de la Fundación Mininos Felices. Necesitan comida, cobijas, implementos de limpieza, medicinas...