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La historia de Hugo Tobar, el ecuatoriano que dona sangre dos veces cada 30 días
Su contribución es voluntaria, dice que su pago es saber que una familia es feliz. Hoy cuenta con 81 donaciones: 18 de sangre y 63 de plaquetas
Una hora le toma a Hugo Tobar Quinto llegar del cantón Yaguachi hasta Guayaquil. Él viaja al Puerto Principal dos veces al mes para ser donante voluntario de la Cruz Roja Ecuatoriana.
Recuerda que su primer ‘pinchazo’ solidario fue en Milagro (Guayas). Estaba con unos panas y una amiga, que era parte de una cruzada de donación de sangre, lo invitó a contribuir.
“Una compañera -que no le gustan las inyecciones- me dijo: ‘Si donas, lo hago’; lo hicimos, desde allí comencé a donar cada tres meses, pero decidí ir a Guayaquil”, indica.
Una vez en la Perla del Pacífico, una enfermera de la Cruz Roja le propuso donar plaquetas y dijo: “Presente”. Su primera donación en la institución fue el 15 de junio de 2012 y no ha parado. Hoy cuenta con 81 donaciones: 18 de sangre y 63 de plaquetas.
Cuenta que su madre es diabética y busca estar saludable para seguir ayudando; trata de comer sano, sobre todo dos días antes de la ‘pinchada’; anda en ‘bici’ y reza por los que van a recibir su fluido.
Su progenitora y su esposa lo animan a seguir con su corazón solidario, ejemplo que se lo transmitirá a sus hijos, cuando lleguen. Él no solo dona, también alienta a otros para que se sumen a la causa, lo hace con vecinos, amigos, etcétera.
RECOMPENSA
El pago de su obra es saber que ayudó a salvar una vida. “Es darle alegría a un niño, a unos padres, a toda una familia”, manifiesta el yaguachénse de 38 años.
Sostiene que no conoce a ninguno de los pacientes que se han beneficiado con sus donativos. Él es de bajo perfil. “Que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda (que sea ‘en corto’). Hay que hacerlo con el corazón, ¿para qué divulgarlo?”, expresa.
Cuando lo invitan al festejo del donante voluntario en la Cruz Roja pasan vídeos y Hugo se describe como una persona sentimental. “Se me quieren salir las lágrimas, pues te cuentan que has donado tanto, se me pone la piel de gallina, Dios sabe por qué me puso en el camino de estas personas. Asimismo, el Señor me bendice y también a mi familia”, concluye.
PINTAS QUE DIERON VIDA
Hace 10 años, Walter Rosales necesitó de 4 a 5 pintas de sangre. Por una negligencia médica terminó en la Unidad de Cuidados Intensivos, le extrajeron un absceso de grasa siendo diabético. Su cuadro se complicó y requirió de sangre para restablecerse. Hoy, aplaude que existan donantes voluntarios como Hugo.
Guillermina Alvarado recuerda que en 2019 recibió la peor de las noticias, su hijo Thiago fue diagnosticado con leucemia; pero fue en 2021 que el menor recibió pintas de sangre y plaquetas. “Le pusieron en tres ocasiones, pese a que él me recayó cinco veces. Las plaquetas evitaban que le vinieran las hemorragias y la sangre me lo levantó, pues hasta usó silla de ruedas, su cuerpo se le vencía y no podía caminar”, recuerda la madre, quien considera a los donantes voluntarios unos “héroes”.