Han pasado más de 30 minutos y Caín, como lo conocen en el barrio, ya no está escupiendo sangre. Su dolencia se ha calmado de a poco, pero no su estado de salud. Sus amigos, los vecinos del barrio de Guerrero Martínez y Brasil, en el suroeste de Guayaquil, siguen preocupados y al sonido de una sirena de ambulancia todos corren a la esquina en señal de victoria. ¡La ayuda para el adulto mayor en situación de calle ha arribado!

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Los lugareños celebran porque Claudio Pérez Orellana, de unos 65 años (como dicen que se llama y la edad que creen que tiene), desde hace una semana no toma agua, ni ingiere alimento o se levanta de su ‘cama’: un cartón tendido en la esquina del mercado Asisclo Garay, con un par de sábanas de color rosado con blanco.

Ellos admiten que él es una persona con problemas de alcohol. Sin embargo, creen que no merece estar así y que nadie haga nada por él.

Efectivamente, Caín se encuentra en condiciones precarias. El lugar sobre el que está acostado desprende un hedor nauseabundo, el solazo de la tarde del jueves 12 de septiembre lo ‘cocinaba’ y su cuerpo no ‘conoció’ el agua durante varios días. “Nos da pena verlo así”, expresa uno de los lugareños.

“Hemos llamado al ECU-911 para que lo atiendan porque ya es una emergencia. Vino un paramédico de los bomberos, pero no hicieron nada. Ahorita está una ambulancia y esperemos que lo lleven a algún hospital y lo dejen internado”, dice José Jara, quien conoce a Caín desde hace más de 15 años, cuando él residía en el sector. Él está a la cabeza de la intervención.

La inquietud se notaba. Todos los que se reunieron para brindarle ayuda, unas siete personas, cuentan sus anécdotas con Caín mientras esperan la respuesta de los especialistas. Lo primero que mencionan es la razón de su apodo.

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“La familia de él tenía una casa en el sector. En algún momento tuvo una discusión con uno de sus hermanos y casi hasta se matan. Entonces, en alusión a los personajes bíblicos que eran hermanos y se pelearon (Caín y Abel) les pusieron esa ‘chapa’ a ambos”, explica Flores, uno de los ‘panas’ de copitas de Caín.

Al adulto mayor lo revisaron los paramédicos y los vecinos se organizaron para que uno de ellos se embarque en el vehículo de emergencias y lo acompañe hasta un hospital. Pero según Gloria, quien se ofreció a ir con el adulto mayor, el traslado no resultó como ellos esperaban.

La noche del viernes 13 la lugareña le contó a EXTRA que no habían podido internarlo porque necesitaban su cédula.

“Pensamos que lo dejarían atendiéndose, pero necesitaban su identificación. Ahora pedimos a la familia que venga. Los únicos datos que tenemos de ellos son los que nos dio un vecino. Dicen que su hermana y al parecer otros familiares viven en La Libertad. Yo soy de allá y cuando vaya intentaré buscarlos, ¿pero qué se hace con él hasta mientras?”, se cuestiona.

Para ese momento, Claudio ya contaba con un diagnóstico para sus síntomas: cirrosis. Y esto no hace más que asustar a sus amigos, pues implica gastos fuertes.

“Ahora ellos (un grupo reunido junto al sexagenario) quieren comprarle unos sobres que le recetaron, pero no es lo único que se necesita, también pañitos húmedos o pañales y cualquier otra cosa que nos pidan en caso de que lo hospitalicen”, admite el lugareño.

Jara, por su parte, afirma que la situación de Caín refleja el abandono estatal y municipal para las personas en situación de calle. “Queremos que hagan algo con ellos. Cuando ya están borrachos gritan, hacen cosas obscenas y hasta se pelean en media calle”, finaliza.

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