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Guayaquil: Así se salvó de ser asesinado un reciclador en la Nueva Prosperina
El joven estaba maniatado y tenía su cabeza envuelta en una camiseta. Lo tenían en el piso a punto de balearlo. A 200 metros estaba el cuerpo de otro chico a quien mataron por robarle. EXTRA fue testigo en exclusiva de la acción policial.
“¡Mi ‘sub’, mi ‘sub’, van a matar a un ‘man’!”, gritó aterrado un morador a los policías que la mañana de ayer realizaban las pericias en el lugar donde fue hallado el cadáver de Otilio Yosué Gallón Quiñónez, asesinado horas antes a tiros.
El lugareño alertó a los uniformados, quienes corriendo treparon un cerro, avanzaron 200 metros y hallaron a un ciudadano con las manos amarradas y su cabeza envuelta con una camisa de color blanco. Estaban a punto de ‘quebrarlo’.
Los agentes dispararon varias veces al aire y posiblemente esto hizo que los criminales huyeran y dejaran a quien iban a asesinar. El joven quedó temblando de miedo.
Pedro, nombre con el que fue identificado el chico que iban a ejecutar, no pronunciaba una palabra. Su rostro cubierto tampoco le permitía ver que las personas que lo rodeaban eran policías y que ya estaba a salvo. Había vuelto a nacer.
Un equipo de este Diario que cubría el levantamiento del cuerpo de Gallón Quiñónez fue testigo, en exclusiva, de la acción policial y acompañó a los uniformados en el recorrido para salvar de la muerte a Pedro.
Durante el trayecto observamos sobre la cima de la loma varias vainas percutidas y rastros de sangre que, al parecer, eran del chico asesinado.
Una vez seguro, el joven, de 21 años, quien es oriundo del cantón La Concordia, provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas, contó que fue llevado hasta ese lugar para allí ser asesinado y que horas antes fue interceptado por dos hombres, quienes lo abordaron cerca de un establecimiento educativo del sector, lo encañonaron, luego cubrieron su rostro y finalmente lo trasladaron hasta esa zona apartada de la ciudad.
- En busca de evidencias
A pocos metros de distancia del sitio donde fue liberado el santodomingeño fue encontrada la motocicleta que la noche anterior le arrebataron a Otilio Yosué, de 23 años. Sus deudos también fueron testigos del rescate de Pedro. Incluso acompañaron a los policías, ya que guardaban la esperanza de que algún residente proporcionara información que permita identificar a los ‘verdugos’ de Oti, como llamaba de cariño a su ser querido.
“Mi ñaño era un chico sano, trabajador. No había llegado a casa a dormir, estábamos preocupados, pero nunca creímos encontrarlo muerto. Si ya le quitaron la moto, ¿para qué dispararle? Presumimos que también se le llevaron el sueldo, no sabemos si ya lo había retirado”, lamentó uno los hermanos de la víctima mortal.
Alexandra Quiñónez, madre del joven asesinado, sentada en el camino de tierra que separa la montaña del canal de la muerte, lloraba desesperada por el crimen del último de sus seis hijos, mientras sus familiares trataban de darle consuelo.
“Mijito, ¡por qué te hicieron esto! ¡Dios, devuélveme a mi hijo! ¡Señor, por favor, no me hagas esto! ¡Hijito, ven a mí! Yo te decía: no te vengas por ese camino que es peligro y mira lo que te hicieron”, expresaba la señora.
Gallón Quiñónez laboraba desde hace un año como cajero de una cadena de supermercados, que tiene una de sus sucursales en el noroeste porteño. Tenía un hijo de un mes de nacido y residía en el sector de La Ladrillera.
El subteniente Christian Ramírez, del distrito Nueva Prosperina, explicó que los policías llegaron para recabar indicios en el lugar donde fue hallado un joven asesinado, y que observaron que dos personas encañonaban a un ciudadano encapuchado y maniatado. “Lo botaron al suelo, le iban a disparar. Nosotros realizamos disparos al aire y logramos ahuyentarlos. Podemos constatar que en este lugar, por estar aislado y ser de difícil acceso, asesinan a sus víctimas y las dejan botadas”.