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Negocios de la calle Gallegos Lara, en Guayaquil, están hartos de los robos y vacunadores.Freddy Rodríguez

Guayaquil: Negocios de la calle Gallegos Lara están hartos de los robos y 'vacunadores'

Los vecinos han optado por hacer justicia con manos propias

Los frecuentes robos e intentos de extorsión tienen colmada la paciencia de los vecinos de las calles Gallegos Lara y Capitán Nájera, suroeste de Guayaquil, donde la tarde del domingo 25 de junio de 2023 un sujeto que intentó asaltar un taller mecánico fue linchado por el populacho.

El video que se hizo viral en redes sociales mostraba los momentos en los que los vecinos sometían al delincuente y lo golpeaban con la misma arma de fuego con la que intentó asaltar a los trabajadores.

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Los dueños de los negocios del vecindario aseguran que la delincuencia es "pan de cada día" y que la mayoría de los locales ha sufrido algún perjuicio por esta causa. Por ejemplo, el dependiente de una licorera contó que hace pocos días llegaron sujetos en moto con intenciones de extorsionarlo.

"Me dijeron que eran de las Águilas, que querían hablar con el dueño pero como no estaba me sacaron un arma, me quitaron el dinero de la caja y se llevaron las dos botellas de licor más caras que tenía. Quisieron tumbar la reja pero en un descuido me entré a la bodega y ahí se fueron", relató.

Otras dos tiendas alrededor de la cuadra también han sido visitados por los 'vacunadores', contaron los vecinos. Antón Bustamante, dueño del restaurante Gran Bife, aseguró que en su negocio no ha habido robos porque cuando van los policías les da algo de comer para que se queden un rato o den vueltas con más frecuencia.

Confirmó que los vacunadores le han intentado contactar a través de mensajes, pero que los bloquea enseguida y que hasta ahora no ha tenido ningún inconveniente.

"Lo que ocurre que en este barrio son bravos, la gente se organiza rápido y se defiende de los pillos, como pasó con los ladrón del fin de semana, que lo lincharon", enfatizó.

Los vecinos del barrio, sin embargo, aseguran que en el restaurante es el negocio en el que se dan robos con mayor frecuencia, especialmente porque trabaja hasta pasada la medianoche.

Todos los comerciantes coinciden en que la falta de patrullaje agudiza la situación, que las ventas se han reducido drásticamente y que para evitar la delincuencia prefieren cerrar temprano.

"Cuando pasó lo del linchado, la Policía tardó más de 15 minutos en aparecer. Debido a la delincuencia me he visto obligada a cerrar más temprano, antes me quedaba hasta las 21h00, ahora a las 19h00 ya bajo las puertas", confirmó la dueña de un bazar en la misma manzana.

En el vecindario todos hablan con mucha cautela, tienen miedo de identificarse por miedo a represalias de los pillos y ante la presencia de la cámara de EXTRA, dejan de hablar y se ocultan de inmediato.

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