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Cangrejeros piden más seguridad para poder continuar ejerciendo sus labores.Amelia Andrade

Guayaquil: ni los cangrejeros se salvan de los vacunadores

Agentes de la Marina custodian el mercado ubicado en el sur de Guayaquil. Allí piden labores de inteligencia para dar con los extorsionadores.

El olor a mariscos penetra a varios metros de distancia. Sobre el suelo del mercado de la Caraguay hay sangre reciente mezclada con agua. El silencio predomina: no solo porque el aguaje no permitió que los cangrejeros hicieran su trabajo, sino por la ola de inseguridad que se vive.

La novedad para todos, durante la semana, fueron los más de 25 agentes de la Armada que empezaron a custodiar el lugar. Llegaron a darle seguridad a una zona donde reina el miedo e invaden las amenazas de las ‘vacunas’ (extorsiones).

-Vea eso- dice con cierta ironía uno de los comerciantes del lugar, quien se siente intimidado ante los fusiles con los que custodian los agentes de la Armada.

Los uniformados se dividen en varios grupos, quienes caminan por diversos sectores del mercado, intentando llegar a cada rincón.

“Los vacunadores casi siempre andan entre nosotros”, comenta el cangrejero, al explicar cómo está la situación.

Los antisociales, según el vendedor, quien prefirió no identificarse, suelen mezclarse entre la gente y dejar los mensajes en hojas de papel.

A diferencia de otros años, en los que a las afueras había personas que pedían dinero para ingresar o salir de la Caraguay, en esta ocasión no sucedió.

“El problema está en que a veces los delincuentes pueden llegar a vestirse como trabajadores de acá o también como ciudadanos comunes y corrientes, entonces es difícil un control de todo esto”, relata José Zamora, quien acudió al lugar para comprar mariscos.

Esta coyuntura se da en el marco de una semana complicada para los puertos de Ecuador. El pasado 11 de abril, en Esmeraldas, 30 personas fuertemente armadas llegaron por lanchas y por vía terrestre al Puerto Pesquero Artesanal y realizaron más de 200 detonaciones con fusiles y otras armas largas.

En este caso, nueve personas fallecieron y quedaron al menos 12 personas heridas. Un día después de ese suceso se activó una alarma en la Caraguay, dado que cerca de Puerto Roma, Isla Puná, una empresa camaronera que trasladaba a sus nueve trabajadores fue asaltada por unos piratas del mar.

Pese a que la seguridad de la empresa intentó reaccionar, se alcanzaron a llevar unas armas de dotación y seis personas quedaron heridas, tres de ellos por arma de fuego.

Pasaron otras 24 horas y un hecho sangriento ocurrió en Posorja, en el que tres presuntos pescadores fueron acribillados en alta mar, provocando miedo en la comunidad.

“Hacer nuestro trabajo es complicado. No solo nos toca luchar contra el aguaje, sino también contra los piratas. Los de la Marina es bueno que estén aquí, pero también que nos custodien en las aguas”, acota Alberto, otro de los vendedores del lugar.

Aunque esta comunidad de cangrejeros pelea cada día por clientes, tienen un pedido en conjunto, el cual se enfoca en que el Gobierno debería brindarles las garantías para poder ejercer sus labores.

“Es muy complicado tener que sostener un hogar y además tener miedo cuando venimos a trabajar. No hay un descanso en la inseguridad”, concluye.