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Los 'michus' del Hospital del IESS: ¡Hasta hamburguesa completa se comen!
Felinos se pasean a sus anchas por los patios del centro médico del Seguro Social, en el sur de Guayaquil. La gente los quiere porque les ponen hasta comida, aunque invaden zonas críticas.
Bien elegante y ‘vestido de esmoquin’, Pingüino, un ‘jovencito’ de cuatro patas, se pasea por un amplio campo de manzanillas. Va tras su ‘damisela’, una gatita que lo trae loco. Es una escena que, de fondo, tiene a uno de los hospitales más grandes de Guayaquil: el Teodoro Maldonado Carbo (HTMC), más conocido como el del IESS.
Don Pingüi es nada menos que uno de los integrantes de la ‘Gato Nostra’ de este centro médico, ubicado al sur de Guayaquil. Es la banda más peligrosa de la ciudad, pues roban, trafican y ‘matan’... ¡pero con los corazones, amor y cariño de las personas!
La colonia de gatos que habita en los alrededores de la casa de salud que pertenece al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) se hizo conocida luego de que el lunes 26, en redes sociales, se difundiera un video en el que un minino habría estado ‘de ojo seco’ sobre una de las paredes que dividen el espacio de recuperación de dos pacientes.
El felino, de color amarillo con blanco, parecía estar descansando sobre aquella división, que a decir de los dueños del clip, sería parte de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del centro médico, también uno de los más concurridos de la ciudad.
Durante la tarde y noche de los pasados martes 27 y miércoles 28, EXTRA realizó un recorrido por los exteriores del hospital y observó más de cinco mininos en toda la extensión del lugar médico. De ellos, había para todos los gustos: amarillos, atigrados, blancos con negro y grises.
“Aquí llevo trabajando casi doce años y siempre se los ve a los gatitos”, comentó Flor Castillo, de 59 años, y quien vende sánduches de queso y mortadela con café al pie de la puerta de Emergencias.
La mujer, quien permanece por muchas horas en la puerta del hospital, afirma que es normal ver pasear a los animalitos por las veredas y hasta en el interior del mismísimo hospital.
Tanto es el amor de las personas que frecuentan el centro que incluso, según Flor, hace “un par de años” había cuatro ‘firulais’, de los que dos consiguieron nombre: uno fue ‘bautizado’ como Teodoro y otro más como Maldonado, en honor al lugar que los habría acogido.
“Luego de un tiempo, los doctores, licenciados y trabajadores de aquí se los llevaron, los adoptaron”, cuenta.
Ella, por su parte, no le hace tanta ‘cara bonita’ a los animalitos, pero solo una de las gatitas ha sido la ganadora de sus caricias, hace “un par de años”.
“Solo una gatita bien bonita fue a la que hasta traje comida. Mi hijo le compraba y yo le ponía y ahí le hacía alguna caricia”. Sin embargo, dice Flor, no la vio más después de los meses más críticos de la pandemia.
No todos son tan lejanos a los de cuatro patas.
Lenín Cornejo, cuidador de carros de 40 años, dice que él tiene “amor para todos... y todas” bromea, pero en el buen sentido, ya que él quiere a los gatitos que merodean su lugar de trabajo como si fueran personas.
“Aquí todos les dan de comer. Por ahí tienen sus platitos con agua y comida. Incluso, el otro día un señor le compró una hamburguesa a un gatito que recién llegó; ¡y no fue una sencilla, era una completa especialmente para él!”, relata con carcajadas.
Además, un parque frente al HTMC también es la guarida de los chiquitines. “Allá (el parque) es donde más hay. Tienen que venir en la mañana y los ven a toditos”, dice ‘encantado’ con las garritas... como en la conocida canción ‘Ven, michu michu’.