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Wilson Tipantuña, el voluntario que hoy lamenta la pérdida de sus familiares.Ángelo Chamba

La Gasca: Un hombre llegó para ayudar y terminó en llanto

El voluntario vio por televisión lo ocurrido en La Comuna y acudió al sitio. Su familia también estaba entre los afectados.

Wilson Tipantuña recorrió 10 kilómetros, desde La Mena, en el sur de la ciudad, para volver a la canchita de 'El Dorado', en la que peloteba cuando era niño. Supo del aluvión ocurrido en La Comuna, occidente de Quito, porque lo vio en la televisión y no dudó en volver al barrio que lo acogió en su infancia para extender una mano a los damnificados. “No puedo creer que el lodo se lo llevó todo. Aquí había unas banquitas, acá estaban los columpios para los niños. También un barcito...Yo traía a las novias a conversar en el parque ”, rememoró Tipantuña.

De ese lugar, en el que la tarde del lunes se inauguraba un campeonato de vóley, no queda nada. El lodo dejó irreconocible ese espacio en el que el hombre se crío.

Pero la cancha destrozada era el menor de los males del comunero, algunos miembros de su familia que aún residían en la zona quedaron sepultados por el barro.

Su primo Luis Iza está hospitalizado. Ambos se criaron juntos y enterarse de su desdicha, lo conmovió hasta el llanto. “Se le murió la suegra y la hija... Dicen que él está estable”, narró.

Tipantuña relata que fue toda una peripecia llegar hasta la zona más afectada. Todo el área está acordonada y resguardada por policías, mientras se realicen las tareas de rescate y limpieza. “Yo les pedía que me dejaran entrar. No podía quedarme cruzado de brazos y desesperado. Un señor me regaló una pala y me puse a trabajar”, relata.

Sin embargo, algo que aún lo atormenta es pensar en todos los conocidos que aún no han sido encontrados. Más de 50 personas estaban esa tarde en la cancha cuando ocurrió el aluvión. “Mi cabeza no me engaña ellos están ahí enterrados. No entiendo porque nadie busca en ese lugar”, describió Tipantuña, con el dedo apuntando a una hondonada, justo abajo de la canchita.

A unos 100 metros estaba la vivienda de su primo, al que llamaba Pepito de cariño. “Esto no hubiera pasado si se mantenía el bosque que estaba ahí. Los árboles hubieran protegido la casa”, cuestiona.

Los listones negros

Los lazos negros enlutan a La Comuna.Ángelo Chamba

En la calle Humberto Albornóz, varios lazos negros pintan de luto a La Comuna. En el umbral de Manuel Chalco uno de los moños recordaba a su sobrino, Édwin. La tarde de la tragedia asistió a la cancha para la inauguración del torneo y, horas más tarde, encontraron su cuerpo entre los escombros y el lodo. “El papá es el que está más afectado. Trabajaban juntos en la cerrajería”, dijo el exlider barrial, señalando a una puerta de metal.

Édwin era padre de dos muchachos y un vecino querido en el lugar. “Siempre estaba presto para ayudar”, añadió.

En una de las puertas aledañas otro listón negro rememoraba la muerte de Ramiro Fernández. El vecino también estaba en la cancha cuando la 'ola de lodo' lo arrastró. “Tenía unos 60 años. Una muy buena persona”, detalló Chalco.