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Funeral del papa Francisco: Noboa en primera fila junto a Trump y reyes de España
El mundo despidió al papa Francisco. Daniel Noboa, Donald Trump y los reyes de España estuvieron en primera fila en el histórico funeral
El mundo despidió este sábado al papa Francisco en una emotiva ceremonia que reunió a mandatarios y líderes de todo el planeta en la Plaza de San Pedro. Cerca de 200.000 fieles y más de 150 delegaciones oficiales asistieron al funeral del primer pontífice latinoamericano, quien marcó una era en la Iglesia Católica.
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Desde primeras horas del día, el féretro de Francisco fue trasladado en solemne procesión desde la Basílica de San Pedro hasta el altar mayor. Allí, el cardenal Giovanni Battista Re presidió una misa fúnebre cargada de simbolismo y gratitud por el legado del papa argentino, fallecido el pasado 21 de abril a los 88 años.

Entre los asistentes más destacados estuvo el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, quien ocupó un lugar privilegiado en la primera fila, junto al expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su esposa Melania. También compartieron la primera línea de invitados el rey Felipe VI y la reina Letizia de España, así como el presidente de Estonia, Alar Karis.
La ceremonia inició a las 10:00 hora local (03:00 en Ecuador) en medio de aplausos y muestras de recogimiento. Durante su homilía, el cardenal Re destacó la incansable lucha de Francisco por la paz mundial, su cercanía con los marginados y su permanente exhortación a “construir puentes y no muros”.
Líderes de todo el mundo se hicieron presentes, incluidos Emmanuel Macron (Francia), Javier Milei (Argentina) y Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), subrayando la dimensión global del legado de Francisco.
Momentos emblemáticos de su pontificado, como su visita a la isla de Lampedusa para apoyar a los migrantes y su misa en la frontera entre México y Estados Unidos, fueron recordados como símbolos de su compromiso con los más vulnerables.
La despedida, que siguió a un velatorio multitudinario que superó las 250.000 visitas, marcó el fin de una etapa crucial para la Iglesia Católica y dejó en el aire una sensación de gratitud y profunda admiración por el primer papa surgido de América Latina.