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Los obreros de Los Granados se paran en el filo de las veredas y suplican por trabajo.Angelo Chamba

Fotorreportaje: los obreros de Los Granados se mueren de hambre

Personas que buscan trabajo se reúnen cerca de esta concurrida avenida del norte de Quito. Con la pandemia, sus servicios no son muy solicitados.

Más de cincuenta personas se encuentran en los alrededores de avenida de Los Granados y 6 de Diciembre, norte de Quito. Son albañiles, pintores, electricistas... esperando dar su servicio a quien lo necesite.

Las personas que acuden a buscar trabajo llevan sus propias herramientas e insumos.Angelo Chamba

Hay obreros que llevan más de 30 años en el mismo lugar como el caso de Víctor Hugo Pérez. Él llega todos los días desde Solanda, sur de Quito, a buscar que alguien lo contrate para llevar el alimento para su esposa y sus tres hijos.

Él comenta que antes de la pandemia todos tenían trabajo. Que nos les faltaba el pan a ninguno de sus compañeros y amigos del sector. Que estaban al día en los arriendos, pero con la crisis no reúnen ni 10 dólares a la semana.

Al menos 50 personas llegan cada día para buscar un empleo ocasional. La desesperación es grande.Angelo Chamba

Víctor debe cinco meses de renta y los dueños de casa ya lo quieren desalojar. Por eso, se aventura a salir pese a un posible contagio de COVID-19. Lo evita manteniéndose alejado de los demás.

La solidaridad entre los mismos compañeros se demuestra día a día. Ellos comparten sus alimentos mientras esperan.Angelo Chamba

Para pasar el tiempo, algunos juegan naipe y conversan sus vivencias. Ellos esperan a que pasen las horas hasta que alguien los contrate para realizar algún trabajo a domicilio.

Entre el grupo también está Marcelo Cevallos, de 65 años, quien es pintor de casas, aunque si alguien lo requiere hace trabajos en albañilería.

Los obreros alzan sus herramientas para mostrarle a la gente sobre los trabajos que pueden realizar.Angelo Chamba

Es uno de los que ha permanecido 20 años en ese lugar. Asimismo, antes de la emergencia conseguía 20 a 30 dólares. Había ocasiones que hacía contratos semanales en los que ganaba de 160 a 200 dólares.

Pero hoy se muere de hambre ya que no lo contratan por el miedo al contagio. No ha tenido más remedio que bajar los precios a su trabajo para ver si así consigue algo... pero nada.