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Habitantes observan con preocupación cómo los policías realizan su trabajo cerca de la bomba.HENRY LAPO

Policía antiexplosivos recibe seis amenazas de bombas diarias en Quito

Tras los atentados, la ciudadanía tiene pánico y pide a las autoridades que acaben con el terrorismo. Experta advierte de una paranoia social

Gritaron, lloraron y aplaudieron. Así reaccionaron los quiteños que presenciaron por primera vez una explosión controlada por parte del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) de la Policía Nacional, el 11 de enero, en Guajaló, sur de Quito.

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Los capitalinos aseguran que viven en una guerra psicológica de la cual no saben cuándo serán víctimas de algún atentado.

El estallido fue tan fuerte que hizo temblar la avenida Morán Valverde y el puente vehicular. Unas horas antes, la Policía recibió la alerta de que un artefacto explosivo fue abandonado dentro de una funda.

Según la Policía, la bomba encontrada en Guajaló era la unión de varios explosivos que formaban una esfera.

Uniformados cerraron las vías cercanas, evacuaron a las personas para evitar una desgracia y empezaron a buscar a los responsables de haber dejado la envoltura.

Pánico generalizado

Rubén estaba entre los testigos. Regresaba a casa cuando le impidieron el paso.

Cuando se enteró que había una bomba sacó su celular y, tembloroso, grabó unos videos de cómo el agente del GIR que utiliza el traje verde para la eliminación de artefactos explosivos colocaba la bomba en un lugar seguro y se alejaba para detonarlo con precaución.

“Estoy muy asustado por lo que está pasando. Nunca hemos visto esto en nuestro país. No sabemos cómo afrontarlo”.

Rubén añadió que el crimen organizado está implantando un “miedo terrible dentro de la sociedad”. Con él estuvo de acuerdo una mujer que aplaudió la labor de la Policía, quien también lloró por el pánico que viven los capitalinos.

Ella aseguró que a diario se vive una incertidumbre con los ataques terroristas que se han presentado en los últimos días. “¡Dios mío!, ojalá pase todo esto y las autoridades pongan cartas en el asunto”.

El teniente Pablo Shunaula, del cuerpo de antiexplosivos del GIR informó que desde el lunes 8 de enero hasta el cierre de esta edición han acudido a seis alertas de bombas diarias en las que han visto a los quiteños consternados por las amenazas. No todos los reportes han sido verídicos, pero el oficial asegura que se ha generado un pánico social.

“Deben mantener la tranquilidad en estas situaciones y no entrar en crisis emocionales”.

Psicosis en la sociedad

Manuel Tito y sus familiares salieron la mañana del 11 de enero para ver cómo una bomba destrozó la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) de su sector, El Conde, en el sur de la ciudad, la noche anterior.

Según las primeras indagaciones, un sujeto en motocicleta dejó un artefacto explosivo, lo prendió y luego huyó del lugar.

El hombre, de 82 años, se sentía impotente al ver cómo las paredes principales y todos los ventanales quedaron en ruinas. “No puedo explicar lo que siento. Mi ciudad está en caos”.

Su hijo, José, trataba de tranquilizarlo y recordó que la noche del atentado se vivió un ambiente de desesperación. Añadió que como ciudadano se siente desamparado de las autoridades y enfatizó que la única manera de vencer a la delincuencia es unirse como comunidad.

Los retenes de Policía se convirtieron en blanco de los ataques con explosivos.Karina Defas

Con este argumento está de acuerdo Ana Minga, perfiladora criminal y experta en seguridad, quien añade que se vive una tensión colectiva que puede provocar que las personas se aíslen o, peor aún, desconfíen de sus propios vecinos.

Añadió que los atentados que se han visto en los últimos días generan en la psiquis del ciudadano un estado de alerta que daña la salud mental.

Minga enfatizó que el crimen organizado ha tomado psicológicamente a la sociedad en donde cualquier persona no sabe por dónde caminar o en quién confiar. “Existe una incertidumbre, sobre todo, porque todavía no existe un desenlace o una solución al problema de inseguridad”.

Es el momento de volver a la calma y confiar en el vecino. Hay que hacer redes comunitarias para no caer en la paranoia social.”Ana Minga. Experta en seguridad.

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