Más de 100 personas esperaban en la cancha de la Liga Barrial Ferroviaria Alta, en el sur de la capital, la mañana de ayer.

Eran amigos y familiares de Iván Quishpe, joven que fue asesinado de dos puñaladas, la noche del domingo, supuestamente por no dejarse ‘manosear’.

Los allegados de la víctima iniciaron el homenaje en la cancha donde aprendió a jugar fútbol. Colocaron la canción ‘El Primer Trago’, de Canserbero, lanzaron juegos pirotécnicos y pusieron encima del ataúd la última camiseta que utilizó Iván en la barrial. Hasta la gatita que tenía se pudo despedir cuando la acercaron al féretro.

Darwin Quilupanqui, uno de sus mejores amigos, se dirigió a los padres del fallecido y, llorando, les dijo: “Siéntanse orgullosos porque tuvieron un lindo hijo que se nos adelanto”. Luego caminaron por las calles donde creció el joven y llegaron a un terreno baldío en el que aprendió a jugar vóley.

En ese lugar, su padre, Manuel Quishpe, agradeció a todos los presentes y, con la voz entrecortada, mencionó : “No sabes cuánta falta me harás, querido hijo”. El hombre recordó la última vez que lo vio, cuando Iván le había preparado arroz con chuleta y ensalada de queso. “Su ilusión era ser chef”, añadió.

La procesión continuó hasta llegar a una tienda en la que Iván y sus amigos se reunían a festejar los triunfos de los partidos del campeonato barrial.

Allí colocaron la camiseta de El Nacional que la víctima utilizaba cuando entrenaba en las divisiones inferiores. La próxima parada fue su domicilio. Al lugar solo entraron los padres, su hermana y la novia que viajó desde España para enterrar a su prometido.

Gabriela Rengifo contó que tenía planeado casarse con Iván y llevarlo a Madrid para formar una red de restaurantes de comida típica ecuatoriana.

La mujer, de 27 años, recordó que la última videollamada que tuvo con él fue el día de su asesinato. Ella presintió algo extraño. “Le insistí que no saliera”. El joven había bromeado con ella y le preguntó: “¿Te gustan mis ojos cafés?”. No volvieron a hablar.

Al final fueron a la cancha donde vivió sus últimos momentos. En ese lugar rezaron. Luego lo llevaron a enterrarlo en el cementerio de La Magdalena. 

Recuerdos

En el barrio donde creció Iván no tienen un mal recuerdo de él. Christian Sandoval, su amigo, comentó que siempre saludaba a sus vecinos y que cuando tenía la oportunidad regalaba ropa a sus primos o compañeros de equipo. 

Su padre, Manuel Quisphe, recuerda que su hijo, cuando lo veía triste, siempre le preguntaba: “¿Papá, sí estoy guapo?”, a lo que él solo respondía con una sonrisa. Manuel dice que siempre tenía una “pinta nueva” y era muy querido por sus amigas del barrio.