Vistiendo un pantalón apretado, perfumada, a paso lento y con una sonrisa, Tayra llegó este lunes al barrio de tolerancia de Guayaquil. La sexoservidora iba lista para ‘camellar’. Y aunque no pudo hacerlo, presiente que la espera acabará muy pronto.

La mujer y un grupo de compañeras arribaron a las 10:00 al famoso reducto de prostíbulos, ubicado en el suburbio de la urbe. Al verlas, poco a poco los curiosos se acercaban.

“El ‘punto’ (encuentro sexual) va a costar 15 dólares”, les decía en tono de advertencia a los hombres que se detenían a ver qué ocurría y preguntaban ansiosos si iban a volver a trabajar.

La duda surgió porque dos horas antes la alcaldesa Cynthia Viteri, en la sesión del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Cantonal, anunció que el recinto del placer podía reabrir sus puertas.

Brenda Rentería, dirigente de los dueños de locales del barrio de tolerancia, dijo que para reanudar las actividades primero debían firmar un acta de compromiso. Hasta que eso ocurra, policías vigilan que no ingresen los clientes.

Por tal razón, Tayra y sus colegas se retiraron, pero con la ilusión de que les falta poco para laborar de nuevo.

“Tengo tres hijos, gracias a Dios mi esposo trabaja. Él me ayudaba, pero el dinero no alcanza”, contó la fémina, quien por la falta de billete, el martes anterior retomó sus servicios sexuales de forma independiente en la calle.

Antes de la pandemia, la tarifa por el ‘cuerpeo’ era de 12 ‘latas’, pero ahora valdrá $3 más porque a ellas les aumentaron el alquiler del cuarto (de $2 a $3), justificó Tayra.

“Sí tengo el dinero, pero otros quizá no”, mencionó Raúl, un cliente quien se quedó con las ganas de un momento ‘caliente’. Pese al nuevo precio, otros interesados se quedaron a ver si los atendían, pero luego la policía les pidió que se vayan.

SIN TRAGUITOS Y MENOS GENTE

Para que ‘la 18’ reabra se debe cumplir ciertas medidas, precisó Allan Hacay, director de Gestión de Riesgos del Cabildo. Una de ellas es la toma de pruebas de covid-19 a quienes laboran allí. Otra disposición es que el aforo de clientes sea de hasta el 30%; tampoco se permitirá el consumo de bebidas alcohólicas dentro. “Lo importante es no entrar en el desorden público”, recalcó.

Según los dirigentes, se medirá la temperatura a cada usuario para entrar y se los rociará de alcohol antes del acto sexual.

María García y María Mera, quienes viven cerca del lugar, opinan que la reapertura del sitio debe darse cumpliendo dicho protocolo. No temen que la zona sea un foco de contagio. Más bien creen que el sector se dinamizará económicamente.