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Los más jóvenes bajan a la pendiente para colocar las lonas y plásticos.ANGELO CHAMBA

Miembros de nueve familias se convierten en escaladores por necesidad en el norte de Quito

Son habitantes de Zámbiza y están al borde del abismo. Bajan todos los días a la quebrada para cubrir el talud

Un deslizamiento de tierra puso de cabeza a nueve familias de la parroquia de Zámbiza, norte de Quito. Y los más jóvenes se han convertido a la fuerza en escaladores.

Sus casas están próximas a una quebrada de unos 50 metros de profundidad debido a los aguaceros. La tierra que está al borde del abismo quedó removida. Y la lluvia, que no ha parado desde febrero, puede empeorar la situación.

Pero se las han arreglado para frenar el riesgo, aunque de forma artesanal. Cada atardecer, dos muchachos son amarrados en un arnés. Descienden hacia la hondonada para, con grandes plásticos negros y lonas con imágenes de pollo frito y maquillaje, cubrir esa tierra. Ponen adoquines para evitar que el viento los levante.

A la mañana siguiente, vuelven a bajar, pero esta vez para descubrir el talud. “Es para que el sol seque un poco la tierra y se endurezca”, dice Juan Criollo, uno de los afectados.

La Secretaría de Seguridad ha identificado 72 lugares de alta recurrencia de movimientos de masa, son en general cercanos a las quebradas y ríos.

El sistema es sencillo: dos hombres sujetan al improvisado escalador apoyándose en una de las columnas de la vivienda para bajarlo y subirlo. Y, además, se quedan en vigilia todo el día por si vuelven a escuchar algún estruendo como el de la mañana del sábado.

— “Me asusté, pensé que mi papá se había caído”, cuenta Juan. Pero no fue así. Había sido el deslizamiento.

CONSTRUCCIÓN RIESGOSA

Estas familias, conformadas por 50 integrantes, construyeron sus casas hace 30 años. Cada una ha invertido al menos 50.000 dólares en ello. “Hemos hecho préstamos para los acabados. El último fue de 7.000 dólares”, comenta Cecilia Criollo, otra de las afectadas.

Sin embargo, Freddy Yandún, director de Riesgos de la Secretaría de Seguridad, explica que estas viviendas no cumplen con la normativa de construir a 15 metros de la hondonada. “Esto no es para proteger las quebradas, sino a las infraestructuras de la gente”, agrega el funcionario.

Los Criollo dicen que cuando empezaron a hacer sus casas, la franja era de unos 10 metros y que nunca habían visto que el talud se moviera.

Pero, según Yandún, otra de las causas es que no hay un adecuado manejo del agua lluvia. “Se deben hacer canaletas. La erosión se ocasionó desde arriba. La época lluviosa ha sido intensa este año”, agrega.

Algunos pisos de las viviendas ya están cuarteados.ANGELO CHAMBA

SIN OPCIONES

Las familias no han podido ser evacuadas ni han recibido ayuda con el fondo de emergencia del Municipio porque –según Yandún– aún no han perdido bienes.

Juan Criollo cuenta que por las noches es imposible quedarse allí. “No sabemos a qué rato se puede caer todo”.

Duermen en casas de familiares cercanos, aunque en el día organizan una cocina comunitaria en el patio. “Pasamos aquí afuera como perritos”, dice Cecilia llorando.

Organizaron una cocina comunitaria en uno de los patios.ANGELO CHAMBA

Ellos piden ser reubicados, pero eso no será muy sencillo. La Secretaría de Seguridad levantó los informes del caso y su situación socioeconómica será analizada de acuerdo a la Ordenanza 225 en la que se establece, por ejemplo, que las viviendas afectadas tengan menor valor que las de asistencia social, según Yandún.

La intervención para mitigar este talud tampoco estaría en manos del cabildo, al tratarse de una propiedad privada. Por ahora solo hay informes hechos.

MÁS EMERGENCIAS

Según Freddy Yandún, en comparación con el año pasado, la época lluviosa ha sido más intensa y ha durado más, por lo que las emergencias también aumentaron. Se han registrado entre 315 inundaciones y deslizamientos. “La recomendación siempre será que cumplan con las normativas de construcción”, reiteró.