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Enigmas: ¡Guayaquil de mis terrores!
En la antigua cárcel, en una edificación abandonada, en el Cementerio General y en el edificio El Fórum han pasado situaciones raras. Esta es la cara misteriosa de la ciudad
A lo largo de su historia, Guayaquil se ha caracterizado por ser una ciudad cálida, acogedora y divertida para los turistas y locales, pero también llama la atención por los relatos paranormales o de fantasmas que se escuchan o por las escalofriantes experiencias de personas en diferentes sectores.
Supuestos duendes, siluetas raras durante las noches, gritos desgarradores, golpes fuertes, rituales satánicos, almas de personajes históricos deambulando por las calles, entre otros, le han dado forma al lado misterioso y oscuro del Puerto Principal. Nuestro equipo visitó cuatro sitios donde existe alta presencia paranormal para los expertos en estos casos.
Un ‘patuchito’ los saca ‘soplados’ de la antigua cárcel
Una supuesta persona pequeña, de casi un metro de altura, con un gorro grande y barbón, ha llamado la atención de moradores y transeúntes que pasan por la antigua Cárcel Municipal de Guayaquil (funcionó entre 1907 y 1966), ubicada en las calles Julián Coronel y Baquerizo Moreno, en el sector sur del cerro de El Carmen.
Javier de la Cuadra (65) es residente del lugar y hace 15 años ‘camella’ cuidando los carros que se estacionan sobre la calle principal del reclusorio (Coronel), donde llega a las 06:00 y se va a las 20:00 todos los días, transcurso en el que ha visto a curiosos salir corriendo tras acercarse a la entrada principal de la edificación, que tiene una puerta metálica grande de barrotes.
“La mayoría de las personas que se acercan a la puerta coincide en que han visto un duende colgado de la puerta. Como yo trabajo aquí, se me acercan a preguntar si alguien vive adentro y yo les digo que no, que eso está cerrado hace años y nadie puede entrar porque está con candado. Incluso hasta los llevo y les enseño el candado. Ese ‘patuchito’ los asusta bien”, contó entre risas.
La antigua cárcel, una construcción que tiene un patio central, a su alrededor más de 40 celdas y calabozos y fue levantada por el arquitecto italiano Rocco Queirolo Pinasco, funcionó hasta 1966. Desde aquella fecha iniciaron las actividades raras con ruidos extraños, gritos fuertes de personas y sombras, según de la Cuadra.
“Yo he vivido toda mi vida aquí y mi casa está al lado de la cárcel. Se escuchan gritos y pareciera que hay personas adentro, porque se ven sombras y se escucha como que corren. Antes se pensaba que eran las personas que se metían para hacer rituales satánicos, pero hace años que está totalmente cerrada, que no ingresa nadie y sigue lo mismo”, acotó sobre la actividad con que se la acostumbró a convivir.
A las 18:30 empiezan los lamentos en edificación abandonada
De lunes a viernes, a las 18:30, inicia el tormento de Carlos (nombre protegido). Cuando ya está por terminar su ‘camello’ como cuidador de carros, “aparecen los gritos desgarradores de personas y ruidos de cosas cayendo con fuerza” en los pisos altos de un edificio abandonado que formaba parte de la Función Judicial, ubicado en las calles Tulcán y Luque, centro sur de la Guayaquil.
En enero pasado que empezó a trabajar en el lugar presenció estas situaciones raras. Al tercer día, jueves 5, los quejidos lo sorprendieron y pensó “que se habían metido a la edificación y le estaban haciendo daño a una mujer”. En ese momento trató de buscar ayuda, pero no encontró a nadie por el sector.
“En el día no se escucha nada, absolutamente nada. Por mi trabajo me quedo hasta las ocho de la noche, y los gritos de lamentos, como que lloran, se escuchan ruidos allá arriba, parece que tiraran con fuerza las cosas al piso. Con esos gritos parece que están matando a alguien, por eso me sorprende que las personas que viven por aquí no hayan escuchado”, contó.
Carlos manifestó que a las 18:30 en punto inician las actividades raras en el edificio. “Es raro que no se escuche nada un día. Al principio quería salir corriendo, pero me di cuenta de que se trata de algo raro, de fantasmas creo yo. Le hice escuchar a otro compañero los ruidos y no quiso volver acá nunca más, se fue asustado”, dijo entre risas.
Entre pasillos ‘tenebrosos’
En un ambiente pesado, con pasillos fríos, oscuros, con gritos raros y sombras de supuestas personas corriendo, conviven las personas que suelen frecuentar el edifico El Fórum, ubicado en las calles Vélez entre 6 de Marzo y Pedro Moncayo, centro de Guayaquil, según Roberto, quien trabaja en el lugar.
“Aquí se han vivido cosas raras, situaciones que uno no entiende. Por ejemplo, ver sombras por los pasillos y escuchar gritos desgarradores, como si estuvieran matando a alguien. Antes se escuchaba más, pero ahora ya no mucho”, dijo.
Ambiente para rituales en el cementerio general
La parte alta del cementerio general, en el cerro del Carmen, que está desolada y sin presencia de personas, se ha convertido en el escenario oportuno para los que realizan rituales satánicos, en las que suelen sacrificar animales y utilizar los restos de las personas que están sepultadas en el sitio.
Tras un recorrido, pudimos verificar que, a pesar de que está prohibido, velas permanecen prendidas sobre varias lápidas. Asimismo, varias tumbas han sido profanadas y solo quedan los huecos de donde restos fueron sepultados.
Los espectros se creen dueños
El especialista en casos paranormales, Alexander Medina, explicó que en estos lugares: Cementerio General, edificio El Fórum, en la Unidad Judicial abandonada y la antigua Cárcel de Guayaquil, se experimentan situaciones raras, debido a que se han abierto portales dimensionales, por los cuales los espectros pasan a nuestro mundo.
“Como estos lugares son desolados o están abandonados, personas los han utilizado para realizar rituales satánicos y han abierto portales. En el caso de la cárcel, se ve más actividad porque lleva décadas abierto. En ese lugar hay una actividad más densa, con más espectros”, aseguró Medina.
Además, recalcó que mientras los fantasmas tengan más años se hacen más fuertes. “Ellos se están alimentando constantemente de las personas que los rodean. Por el tiempo que tienen, ya han de creer que esos espacios son suyos. Y estos espectros son los más peligrosos porque les gusta poseer a las personas. No es recomendable que vayan sin un especialista, podrían terminar poseídos”.