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El cáncer cuesta más que lágrimas

Lucero Llanos, Guayaquil
Mientras los directivos de la Sociedad de Lucha contra el Cáncer (Solca) se reunían a puerta cerrada ayer por la mañana en las instalaciones del hospital de Guayaquil, los pacientes y familiares de los enfermos enfocaban sus energías en lo urgente: el tratamiento para aferrarse a la vida.
“¡A1, A2, A3, me esperan paraditos afuera del consultorio!”, decía una enfermera en una de las salas de espera de la institución. Luego, la mujer voceaba tres nombres, mientras de fondo se escuchaba el timbre melódico y cursi que anunciaba el paso de los turnos.
En uno de los asientos, Teresa aguardaba su turno. El pasado 1 de marzo se hizo una biopsia de tiroides y ayer debía conocer el resultado.