Las manifestaciones violentas han tenido un declive en la capital. Incluso, el mismo presidente Guillermo Lasso eliminó el estado de excepción que regía en seis provincias para demostrar que la conmoción social había disminuido. Sin embargo, la presión del movimiento indígena dentro de este contexto se ha evidenciado en otros escenarios políticos.

Uno de ellos, por ejemplo, fue en la Asamblea Nacional, que ayer tenía previsto retomar la sesión para tratar la destitución de Lasso, liderada por los integrantes del partido Unidos por la Esperanza (Unes). Y en este tema, en primera instancia, tres bancadas anticiparon que no apoyarían esa moción: Izquierda Democrática (ID), Partido Social Cristiano (PSC) y Pachakutik, siendo este último el que cambió de opinión hace pocas horas.

Al principio, Marlon Santi, integrante de esa agrupación, aseveró que no irían por ese camino y pidió a Rafael Correa, expresidente de la República, que retirara a sus simpatizantes de las marchas. Pero el mismo Santi envió un comunicado, con su firma, retractándose en lo primero.

Según el líder, la decisión para apoyar la destitución del primer mandatario (artículo 130, numeral 2, de la Constitución) se debió a la negativa que ha tenido el Gobierno de entablar un diálogo con los dirigentes del paro y, más bien, se fue por el uso de armas letales para reprimir los reclamos que, hasta ayer, iban 13 días.

“Hemos exigido y mantendremos nuestra voluntad de diálogo para una salida a la crisis; sin embargo hemos recibido represión y muerte, por ello, ratificamos nuestro compromiso con las bases y organizaciones populares”, puntualiza el escrito, firmado por Santi.

Y esta misma posición se ha visto en los asambleístas que ya han intervenido en las primeras horas de sesión para analizar lo solicitado por Unes.

Las amenazas

Las votaciones para la destitución de Lasso también han provocado que los manifestantes del sector indígena acudieran hasta las viviendas de los asambleístas de Chimborazo para presionar en la decisión que vayan a tomar, a pesar de que Leonidas Iza aseguró que ese no era el objetivo del paro.

Aunque el dirigente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) tampoco ha dado luces de que habrá un acercamiento real al diálogo, como lo dijo Virgilio Saquicela, presidente del Legislativo, tras un encuentro con el movimiento indígena en la Basílica de Quito.

En la noche del sábado, un grupo llegó hasta la casa de Jhon Vinueza, quien alcanzó una curul en la provincia por el movimiento Unión Ecuatoriana. Su aparición en la política fue en las elecciones pasadas para la Alcaldía, donde fue la sorpresa al quedar a muy poca distancia del ganador.

Mediante un audio agradeció la ‘visita’ e indicó que se encontraba en Quito, pero que su familia los recibió. “Mi voto será positivo, en concordancia a mis actuaciones en el pleno”, dijo. Además, pidió que lo recibieran, en otra ocasión, en las comunidades para seguir conversando.

Mientras que Rafael Lucero, presidente de la bancada de Pachakutik, informó que su voto siempre será a favor del pueblo. Pero rechazó la zozobra que tuvieron que pasar su hija y nietos cuando un grupo de protestantes indígenas irrumpió en la casa donde residía anteriormente. Lucero responsabilizó de este hecho a un líder indígena de Guamote, Chimborazo.

De igual forma procedieron en la casa de Mariano Curicama. Grupos de indígenas llegaron a sus propiedades en Guamote, Chambo y Riobamba, donde finalmente lo encontraron. El asambleísta y exprefecto de Chimborazo ganó su curul amparado en su propio movimiento llamado Minga 100, ya que fue expulsado de las filas de Pachakutik, por no haber roto su alianza con el expresidente Correa, como lo hizo el movimiento.

El asambleísta recibió a los manifestantes. Se dirigió al grupo en quichua y permitió que ingresaran a dos de ellos hasta su vivienda para que vigilaran su votación.