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Galo Proaño preparó algunos baldes de jugo de naranjas. En total ganó 75 dólares.José Pizza / EXTRA

Elecciones en Ecuador: ¡Los informales ‘exprimieron’ su suerte!

Las restricciones a las ventas en los recintos electorales no impidieron que unos cuantos comerciantes se arriesgaran

La frase “Quien no arriesga no gana” le cae precisa a Galo Proaño. Es pintor de brocha gorda, pero este domingo de elecciones generales se desempeñó como ‘juguero’, aprovechando la masiva presencia de votantes en el recinto electoral instalado en la unidad educativa Ileana Espinel, en el norte de Guayaquil.

Pese a la prohibición del COE Nacional, de instalar negocios ambulantes cerca de las juntas, para evitar la propagación del coronavirus, Proaño, de 53 años, se arriesgó y madrugó para exprimir las 200 naranjas que compró un día antes. Luego instaló una mesa y baldes con ‘full’ hielo y el zumo de la dulce fruta. Cada vaso de refresco lo vendió en 50 centavos

Antes de las 11:00, el hombre ya había comercializado dos envases grandes de la bebida helada, lo que le representó $ 50 de ganancia. Estaba ‘felizote’ porque apenas le quedaba un chimbuzo.

A esa hora y a tres metros de su puesto, estaba Carmen Yuquilema (59) quien colocaba en la pequeña máquina plastificadora la papeleta de votación de un cliente, servicio por el que cobró 25 centavos. A la espera del mismo servicio estaban cinco personas.

Pese a que cerca de allí había tres puestos que ofrecían igual servicio, llamó la atención que esta vez no se registraran peleas por la clientela, como ha sido costumbre. Había una razón: eran hijos, nietos y sobrinos de doña Carmen, quienes llegaron del Guasmo Sur.

La familia de Carmen Yuquilema ofreció el servicio de plastificación.José Pizza / EXTRA

“Dijeron que nos iban a desalojar, pero tocó arriesgarse, porque así nos ganamos la vida honradamente”, expresó Carmen, quien calculó que solo ayer había obtenido unos 400 dólares, que es lo que percibe mensualmente como empleada doméstica.

Mientras que un celular y una mesa conformaron el ‘centro de información’ de Carlos López, quien permaneció fuera del recinto electoral instalado en el plantel La Presentación, situado en las calles Leonidas Plaza y Bolivia.

No faltaron los 'informantes'

El joven de 32 años ayudaba a los votantes a conocer la mesa en la que debían sufragar. A cambio recibía ‘para las colas’, es decir un pago de 25 o 50 centavos. También ofrecía plastificación de carnés.

Carlos comenta que está en la actividad desde hace dos décadas, cuando la información de las mesas de votación se la obtenía de gruesos ejemplares que circulaban en los periódicos. “Era complicado, porque había que tener ‘buen ojo’. Ahora es a ‘vaca’, basta ‘monear’ el celular”, manifestó.

Los comerciantes de Quito no tuvieron la misma suerte, por los controles. Quito 02 de Febrero de 2021 Agencia(ag-extra ag-expreso-ag-quito)Gustavo Guamán / EXTRA

Diferente en la capital

Los puestitos de sánduches, los gritos de “¡Le plastifico, le plastifico!”, el olor a hornadito... ¡De eso ya ni hablar! Esta pandemia mató hasta eso: la ilusión de ganarse un ‘billetito’ a la entrada de los recintos electorales y también las ganas de muchos de ‘pegarse’ un bocadito luego de sufragar.

Afuera del colegio 24 de Mayo, norte de Quito, donde en las elecciones pasadas había más comerciantes informales que votantes, ayer solo se veía el resguardo policial y metropolitano, con unos conos brillantes que impedían el paso de vehículos. Mejor dicho, el sitio estaba ‘amurallado’.

A unas cuadras de allí, hacia el occidente, una mujer huía. Y no de los agentes, sino de la dueña de una casa que le reclamaba porque estaba vendiendo cevichochos cerca de su puerta. “¡Es un foco de contagio!”, le increpó. Se debió mover.

La comerciante, María Aucatoma, de 32 años, quien tiene dos niñas, quería aprovechar que los ciudadanos podían salir y esperaba que las ventas mejoraran. Cerca, Patricio Flores recogía unas sillas del puesto donde tenía su máquina plastificadora. Le dijeron que no estaba permitido que estuviera allí y que si no se iba lo multarían hasta con 200 dólares.

En elecciones pasadas había conseguido el permiso. Esta vez no hubo, aunque pensó que igual podría instalar su negocio. Pero no. Antes de las 11:00 ya se marchaba a su casa.