La detención de Henry Loaiza, alias Alacrán Junior, es la muestra de que Ecuador ha dado otro paso más en la cadena del narcotráfico. Así lo explican dos expertos consultados por EXTRA al poco tiempo de concretarse la expulsión de este peligroso criminal de Ecuador a Colombia.

“Ecuador pasó de ser un país de tránsito de la droga, a ser un centro de operaciones de producción y comercialización de narcóticos. Pero finalmente se ha convertido en la guarida de narcos”, sostiene María del Mar Gallegos, máster en Criminología.

La especialista indica que este nuevo cambio se debe a que el Ecuador tiene una débil institucionalidad, permeada por la corrupción, por lo que es un lugar propicio para quedarse, vivir y seguir operando.

Este criterio lo comparte Medardo Mora Solórzano, doctor en Jurisprudencia y analista político así como de seguridad. Para él, es evidente que nuestro país se transformó en el centro de negocios desde donde se maneja el narcotráfico.

“Son estructuras criminales transnacionales, de las cuales Ecuador forma parte. Y estas capturas son importantes, pero al ser un tema complejo, debe ser una lucha continua”.

Detención tras detención

Después de la entrega de Loaiza a Colombia, la Policía de ese país confirmó que el Alacrán vivió 14 años en Ecuador. Se camufló operándose, teniendo otras identidades y con negocios lícitos que ocultaban lo ilícito, como la comercialización de productos de belleza y almacenes de ropa exclusiva.

En Ecuador, Loaiza recibía ayuda de Los Tiguerones, y en Colombia tenía el apoyo del Frente Óliver Sinisterra (FOS).

Y justamente el 21 de enero, en Imbabura se detuvo a Carlos Arturo Landázuri Cortés, alias Gringo, líder del FOS, con quien muy probablemente el Alacrán mantenía contacto directo.

El Gringo fue catalogado como un objetivo de alto valor y su localización marcó un hito significativo en la lucha contra el terrorismo en la región, ya que este sujeto asumió el mando de dicho frente armado tras la muerte de alias Guacho, llamado Óscar Arizala.

De acuerdo con Inteligencia militar, el FOS se dedica al narcotráfico, la extorsión, el secuestro y el asesinato, en alianza con carteles mexicanos de la droga. “Tiene entre 300 y 500 integrantes, la mayoría de nacionalidad colombiana, pero también algunos ecuatorianos reclutados por la fuerza o por la oferta de dinero”, reveló a EXTRA una fuente militar que pidió no ser identificada.

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