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Dura realidad en Ecuador: Asesinados son velados rápido o en barrio ajeno, por miedo a balaceras
Funerales de personas asesinadas se desarrollan en completa zozobra. Este año hubo balaceras en velorios en Machala, Guayaquil y Daule
Por un intento de escape ajeno, Joconda Maricarmen Hinostroza Loor fue asesinada. No era ella a quien sicarios querían matar. Buscaban acabar con un hombre que, desafortunadamente, estaba cerca en ese rato. Por eso la mujer también recibió disparos y murió. Pese a ser una víctima colateral, en su velorio hubo preocupación entre algunos asistentes.
Han pasado más de cuatro meses de esa tragedia. El 6 de agosto de 2023, el crimen de Hinostroza enlutó a sus parientes y vecinos, en las calles Décima y 10 de Agosto, en el suroeste de Guayaquil. Un familiar cuenta cómo fue el último adiós de la mujer, de 53 años.
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“Aquí mismo la velamos, vino la familia de ella de otro lado. Estábamos tranquilos porque ella no tuvo que ver, al tipo que huía es que querían matar. Pero los que vinieron a despedirla de otro lado estaban asustados, temían que pase algo”, refiere.
Muchos de los presentes, recuerda, prefirieron sentarse al frente de la vivienda para no estar tan cerca del domicilio en caso de que ocurra otro ataque brutal.
“Vinieron policías en un momento y se pararon de cada lado, pero nunca pasó nada malo”, explica. En los dos días del funeral, aunque hubo tensión, todo transcurrió con normalidad. Un alivio que, por desgracia, no se repite en otros casos.
- Testigos en riesgo
Durante este 2023, en Guayaquil, Machala y Daule (solo por citar tres ciudades) han ocurrido al menos cinco balaceras en funerales, ocasionando nuevas muertes violentas y personas heridas en esos actos fúnebres. La información estadística del ECU 911 no tiene especificados los incidentes en velorios, pero incluye otro tipo de alertas entre las que pueden considerarse estos casos (ver infografía a continuación).
Los crímenes pueden estar enfocados tanto a familiares de una víctima colateral, como a parientes de ciudadanos que en vida sí participaron en hechos ilícitos. Así lo recalca Kléber Carrión, experto en seguridad y policía en servicio pasivo.
Señala que para los deudos de una persona inocente asesinada, en ocasiones, “hay una doble victimización: una por la pérdida de un miembro de la familia y otra porque no tienen la libertad y dignidad suficiente para luego hacer un velorio normal. El miedo es que los tentáculos de la violencia quieran extenderse hacia los posibles testigos”.
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Recalca que se debe tomar las medidas necesarias para prevenir más crímenes en funerales de riesgo, como la vigilancia policial. Ese era el anhelo de quienes trabajan cerca de la vivienda de Jaime Rigoberto Véliz Larrosa, vendedor de batidos de frutas asesinado el domingo 10 de diciembre de 2023 en Pascuales. Si bien el velorio fue dentro del domicilio, en los alrededores hubo zozobra por otro probable ataque, comenta un comerciante informal.
“Lo velaron domingo y lunes. Yo ya no iba a salir (a vender) luego, es posible que me mueva más allá”, indica. Según él, a los familiares del difunto no se los ha vuelto a ver. El crimen, de acuerdo con información policial preliminar, tendría que ver con una denuncia que el hombre habría hecho contra extorsionadores de una farmacia, a la que él le arrendaba el local. Negocio que sufrió dos atentados y actualmente está cerrado.
En casos como esos, la justicia también debe actuar en favor de los parientes y más si son sobrevivientes, como el padre de los cuatro pequeños acribillados junto a su madre el pasado lunes, en el Guasmo sur de Guayaquil. En la audiencia contra el sospechoso detenido, además de procesarlo por asesinato, el juez dispuso medidas de protección para el papá de los niños.
- Los homenajes criminales
Carrión considera que la Policía Nacional debe vigilar los velorios de riesgo y para ello hay dos aspectos a considerar: si son de personas con pasado delictivo o si son de sus familiares, asesinados durante un atentado fallido contra ellos, pues es posible que los implicados quieran terminar lo que no pudieron.
Para el especialista, el control no acaba allí. Otro aspecto primordial es evitar los homenajes de bandas criminales que, como ritual principal, incluyen disparos al aire alrededor del féretro, llevado al exterior de las casas.
“Esos rituales son un llamamiento a seguir delinquiendo. Las personas que están observando esto se estimulan (...). El objetivo es que existan más adeptos al grupo delictivo, reflejar cómo despiden a los suyos y fomentar un sentido de solidaridad”, dice. Pero también, otro mensaje es causar terror a sus rivales, para que sepan que podrían vengarse. Enfatiza que las unidades de inteligencia deben activarse para frenar estos sucesos y detener a los sujetos armados, que difunden el pánico.
- Miedo cambió todo
El sociólogo y catedrático Héctor Chiriboga menciona que el miedo está provocando un cambio en la cultura, incluyendo el momento familiar del velorio, cuando se trata de crímenes.
“Se entiende que, si era una persona que tenía cuentas pendientes con alguien ya las pagó, y lo único que se esperaría es poder despedirlo bien. Pero ahora, lo que estamos viendo es que, en el caso de los que han muerto asesinados, la venganza de las organizaciones se traslada incluso a ese momento íntimo”, analiza.
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Como la ciudadanía también se siente desprotegida, indefensa ante las bandas, ahí es que modifica su tradición: reducen los tiempos de velación, se van a otros sectores para hacerlo, entre otros. Son limitaciones que rompen con lo cotidiano de velar, sepultar y vivir el duelo. Esta ruptura, sumada al miedo, podría causar efectos emocionales, explica.
Las acciones no pueden tardar más. Hay que ir destronando el miedo, pero, como otros problemas sociales, se necesita decisión y contundencia de las autoridades.
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