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Los agentes llevaron los cuerpos a la morgue desde el lugar de los hechos.Angelo Chamba

Dos niños vivieron con un cadáver antes de ser envenenados en Pifo

El cuerpo en descomposición estaba metido en una funda de plástico. Ese hallazgo se hizo luego de que la Policía localizó a los infantes muertos.

María Méndez no despegaba su mirada de la ambulancia de Medicina Legal que cargaba tres fallecidos encontrados en el departamento del segundo piso de la casa donde vive en Pifo, nororiente de Quito.

María dijo que dos de ellos eran hijos de una vecina que llegó hace apenas 12 días. “Al tercer muerto no lo vi”, comentó la mujer luego de que el vehículo policial se fuera, a las 10:08 de ayer.

Aparentemente, los dos niños fueron envenenados la noche del martes, pero la otra persona llevaba mucho más tiempo fallecida. Era un hombre adulto cuya edad no se pudo conocer porque sus restos estaban descompuestos.

Todo se descubrió a las 02:00 del miércoles. A esa hora, María se despertó cuando golpearon su puerta. Le pedían que bajara -ella vive en la tercera planta- donde la vecina gritaba que la ayudaran.

María y su hija Ana Méndez fueron al cuarto y se toparon con la puerta cerrada desde adentro con un candado. En ese momento, otros residentes también llegaron para auxiliar a la señora.

Llamaron al ECU 911, desde donde pidieron a los vecinos que hicieran lo posible por abrir la entrada. Ellos rompieron el candado y adentro se toparon con la mujer acostada sobre un sofá. Estaba delicada y apenas podía moverse.

A su alrededor había vasos con un líquido extraño, contó Méndez, quien luego fue a una habitación para ver a los niños. Ellos estaban recostados sobre una cama, pero no estaban dormidos. Habían muerto.

La mujer fue atendida por paramédicos y la estabilizaron. La subieron en una ambulancia hasta el hospital de Yaruquí, cerca de Pifo, donde su pronóstico era reservado y no se sabía si se recuperaría.

Allegados fueron al sitio y lamentaron lo ocurrido durante la madrugada.Angelo Chamba

El tercer muerto estaba embalado

La noticia de las muertes corrió por aquella parroquia. Los moradores se acercaron hasta la vivienda para saber lo que había ocurrido. María y Ana -así como el resto de vecinos- explicaban a los policías lo que habían visto.

La calle fue cerrada por los agentes que indagaron la escena desde las 03:00. Ellos llegaron y chequearon los cuerpos de los niños, así como la habitación donde estaban. Lo mismo hicieron con los vasos que contenían aquel líquido.

Iván Naranjo, jefe de Muertes Violentas de la Dinased, explicó que esa sustancia era un químico. Y esto habría sido ingerido no solo por los menores de edad, sino también por su madre.

Por eso “estamos investigando un suicidio (intento) y un homicidio”, afirmó el oficial. Sin embargo, eso no fue lo único que levantó sospechas.

Los uniformados que revisaron el lugar se percataron que había un mal olor y siguieron su rastro. La pestilencia los condujo a un lavabo en donde estaba una funda de plástico.

Al abrirla vieron el cadáver de aquel misterioso hombre envuelto con una sábana. “La data de muerte es de hace más de cinco días. Los niños, en cambio, pudieron haber muerto hace apenas 12 horas”, indicó Naranjo.

Ahora se indagará quien es aquel sujeto que no tenía huellas violentas en su cuerpo. Analizarán si también murió por envenenamiento.

Una cuarta víctima

Los policías extendieron sus pericias hasta antes del mediodía. Después de llevarse los cuerpos subieron a un vehículo los demás indicios.

Entretanto, María y Ana recordaban lo que la mamá de los niños les había contado. “Decía que trabajaba en un restaurante por Tumbaco. Además que uno de sus hijos tenía epilepsia. Nosotras le pedíamos que avisara si podíamos ayudarla”.

Ella era bastante cariñosa con los muchachos, aseguraron ambas, y no notaron nada extraño en su comportamiento hasta la mañana del martes, cuando ocurrió otro incidente.

Ese día llegó una señora para cuidar de los niños. “Le habría ofrecido 200 dólares”, indicó el mayor Naranjo.

Antes de ingresar al departamento, la progenitora de los fallecidos le pidió que se tomara un líquido. “Le dijo que era para evitar un contagio por COVID”, contó el oficial.

Al parecer, todo estaba bien, pero luego de dos horas ella se sintió mal. En ese instante, la mamá de los chicos llamó a sus vecinos y al ECU 911.

“La señora parecía que se ensució en los pantalones”, recordó Ana. Por eso surgió un mal olor que en realidad era del cadáver guardado.

La víctima fue revisada por bomberos, quienes atendieron la emergencia por un supuesto ataque epiléptico, contaron las vecinas. “Cuando bajó estaba completamente rígida”, aseguró María.

La llevaron hasta el hospital de Calderón, en el norte de Quito, hasta donde llegaron los policías para seguir con las indagaciones.

Solo vivían tres personas

Emerson Castro, dueño de la vivienda, explicó que el departamento que arrendó la mujer tiene dos habitaciones, una cocina, sala y un baño. “Solamente viviría con sus dos hijos”, detalló el hombre, quien se enteró de la desgracia por una llamada telefónica.

Él tampoco notó nada extraño cuando le entregó el cuarto a esta madre, de 27 años. Aseveró que no conocía casi nada de la vida de la indagada porque Castro vive en otro lugar. “Vino con sus cosas, le di la llave y eso fue todo”.

El dueño del inmueble estaba apenado por los dos niños. “Uno nunca sabe a quién se arrienda”, lamentó mientras los agentes hacían las pericias en el lugar.