Exclusivo
Actualidad

La ‘gallada’ de Olivar Mendoza posó para una foto. Él se encontraba en la esquina izquierda.Cortesía

Así se divertían en Carnaval los habitantes de Pascuales entre 1980 y 1990

Moradores de la Assad Bucaram, quienes ya están retirados de estas celebraciones, no están de acuerdo con la forma actual de jugar en el feriado.

Carlos Santana, de 70 años, no tiene ni una sola foto impresa y peor digital de los carnavales más bacanes de su vida: los que sucedieron entre 1980 y 1990. Sin embargo, muchos de estos recuerdos se mantienen en su memoria como si hubieran pasado hace un par de días. “Es algo que no se compara”, dice entre risas.

Lo curioso de sus vivencias es que él sigue en el mismo barrio: en la cooperativa Assad Bucaram, en Pascuales, al norte de Guayaquil.

“Esto era puro lodo, como la mayor parte de la ciudad en ese tiempo, y se formaban las pozas que eran las que más nos divertían en ese tiempo. De allí uno salía apestoso de esa agua verde y, a veces, hasta con algún corte porque había vidrios”, rememora el vecino al que en el barrio lo han conocido como Cuchillero.

Él disfrutaba los días de feriado como un ‘loco’. No había nadie quien pare a su ‘gallada’ que hacía el relajo en el sector, el que él considera el más animado en su parroquia.

El grupo, de al menos 20 muchachos, hacía de las suyas mojando y ensuciando con agua, anilina, espuma y achiote a los ‘panas’ que daban chance para el relajo.

Carlos cuenta que en ese tiempo no eran famosas las piscinas armables o inflables -“creo que ni siquiera existían”, dice- por lo que todo lo que hacían era jugar sanamente.

Olivar Mendoza ahora comparte con su familia el feriado de Carnaval. Está retirado de los juegos alocados.Joffre Flores

“Ahora se juega a la patanada y salvajada, no hay quien pare a la gente que falta el respeto. Nosotros, si molestábamos a alguien, era porque estaba de acuerdo”, comenta.

De recorrido por Ecuador

Pero sus ‘andanzas’ no eran solo en las calles de Pascuales, sino que se iba adonde el viento lo llevara. “Me recorría las provincias para los carnavales. Iba jugando de ciudad en ciudad, la que más me gustaba era Vinces”, afirma.

En este 2024, él solo verá a los ‘muchachitos’ de su barrio jugar porque él ya perdió el ‘toque’: “Hace unos 10 años ya no le hago al juego. Ahora, solo los veo desde mi vereda y me alegro, pero no me dan ganas”, asegura.

El vecino lo confirma

Olivar Mendoza, quien reside en la cooperativa 5 de Diciembre (también de Pascuales), certifica lo que comenta Carlos: era el mejor lugar para celebrar.

“Esto era una fiesta entera. Nos gustaba tanto el carnaval que a veces llenábamos los tanques de agua, esos azules, y les poníamos anilina. Allí lanzábamos, siquiera, unas tres libras de ese polvo y todos quedábamos manchaditos”, rememora.

Carlos Santana, de 70 años, ahora solo observa el juego de Carnaval en Pascuales desde su silla.Joffre Flores

Olivar, al igual que Carlos, tenía su grupito de aventuras: eran los que le ponían el ‘sabor’ al barrio.

“La música no faltaba, eso era lo primero. Los parlantes se escuchaban en cada casa”.

Pero el juego de Olivar y sus amigos empezaba cuando iban a tocar la puerta de la casa de cada integrante del grupo. “Tocábamos la puerta y a veces sí salía la mamá a decirnos que nos vayamos a ‘joder’ a otro lado”, comenta entre risas.

Pero no a todos los vecinos les gustaba el bullicio que hacían.

“Había una señora bien mayor, se llamaba Julia. Ella siempre renegaba porque le golpeábamos la puerta con el balón cuando jugábamos pelota. Ya nos tenía fastidio, pero nunca nos hizo nada”.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!