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Aída Naranjo en su infancia tuvo que cuidar a sus cinco hermanos.carlos klinger

8M: "Si hubiese tenido más oportunidades, hubiese sido muy feliz", hablan las abuelitas

EXTRA conversó con cuatro mujeres adultas mayores sobre cuáles fueron los sueños que no cumplieron por los obstáculos de su época

¿Qué hubiesen hecho con las oportunidades académicas y laborales que tienen las mujeres en la actualidad? EXTRA le preguntó a cuatro mujeres adultas mayores sobre sus sueños y metas que, por el machismo de la época, maternidad y pobreza no pudieron cumplir. Ellas los anhelan para hijas, nietas y bisnietas.

EL MATRIMONIO, UN OBSTÁCULO PARA SUS SUEÑOS

"Ay, si hubiese tenido sus oportunidades hubiese sido muy feliz", contesta Aída Naranjo, madre, abuela y bisabuela, de 84 años. Es la matriarca de tres generaciones y, pese a que a penas pudo terminar el segundo grado de escuela, supo encaminar a sus seis hijos para que terminaran el bachillerato y pudieran culminar sus carreras universitarias. 

La guarandeña abandonó Yatuví, parroquia rural de Caluma, provincia de Bolívar, a sus 40 años, para huir de los constantes maltratos de su esposo. Aída prefiere ni nombrarlo y expresa con rabia que le da hasta vergüenza recordarlo: "tuve que aguantarlo porque no quería dejar a mis hijos solos y tampoco tenía dónde llevarlos, pero me cansé".  

Luego de mudarse a Guayaquil con dos de sus hijos, Aída trabajó como empleada doméstica, hasta que su familia decidió hacerse cargo de sus gastos. Sin embargo, sus metas laborales y académicas se quedaron en la nada. "A mí me gusta el corte y confección, eso me hubiese gustado aprender", responde ante la pregunta de qué habría estudiado.

La lectura y la escritura parecían ser tareas imposibles hasta que decidió unirse a los testigos de Jehová. Allí le enseñaron a leer la biblia y, paulatinamente, lograría plasmar en el papel el abecedario. 

Tras pasar una serie de situaciones que impidieron a que cumpla sus metas, la octogenaria expresa que su consejo para sus nietas y las mujeres jóvenes está en que no dejen de estudiar, "que luchen y busquen un trabajito para que no dependan de nadie. Miren con quién están. Conozcan a las personas para que no estén con un hombre malo". 

Martha Proaño (i) junto a Madeline Nieves (d), la segunda médico mujer en su familia.carlos klinger

Al igual que Aída, Martha Proaño, quiteña de 84 años, jamás pudo ser la actriz o abogada que a sus veinte años soñó, como tampoco pudo culminar el bachillerato. Debido a la escasez de ingresos económicos en su hogar, se vio obligada a trabajar en una oficina, a sus 16. 

Ya para sus 19 años contrajo matrimonio y fue desde ahí, que sus ganas por tener un empleo terminaron. "Mi marido no quería que trabaje. Me sentía mal porque yo quería trabajar. Él decía que no, que para qué iba a trabajar y me dediqué a la casa", expresa.

"Yo quería tener mi plata, pero no. Él no me dejaba trabajar".

Sus sueños de tener un título de tercer nivel los vio a través de sus hijos y ahora en sus nietos. Una de ellos es Madeline Nieves, de 26 años y recién graduada de médico. Es su compañía y a quien aconseja que no deje de estudiar y siga especializándose, en ella ve una generación de mujeres que tienen la libertad de decidir quiénes quieren ser sin obstáculos impuestos por la sociedad. "Tienen que acabar su carrera y luego trabajar, después casarse, porque para todo hay tiempo", finaliza.

SACRIFIOS POR AMOR

Lucrecia, de 79 años, aconseja a la juventud que no abandonen sus metas académicas.carlos klinger

Lucrecia Vera, vinceña de 79 años, en su niñez en lugar de jugar, tuvo que empezar a trabajar para pagar sus estudios, mientras vivía en la casa de sus tíos. Siendo una quinceañera viajó sola a Guayaquil luego de conseguir una beca para terminar la primaria. "Antes se pensaba que con terminar la escuela ya era todo", asegura.

Luego de vivir una infancia y adolescencia en la que tuvo que tomar decisiones como si hubiese sido una adulta, pudo alcanzar la estabilidad económica. Sin embargo, para los años sesenta esto no era suficiente y cayó sobre ella la presión de que, a sus 24 años, ya debía casarse. "Yo quería seguir soltera, pero llegó el momento. Fue mi primer enamorado", recuerda. 

De su matrimonio nacieron cinco hombres. "Yo tuve que ser fuerte con ellos", expresa y confiesa que dejó su trabajo para dedicarse a su crianza. 

Lucrecia menciona en cada oportunidad que le hubiese gustado seguir en el mundo laboral; sin embargo, reconoce que su sacrificio permitió que sus hijos culminaran sus estudios y consiguieran trabajos, lo que conllevó a que sus nietos siguieran sus pasos. 

"Sigan adelante estudiando, porque el estudio es lo mejor que puede haber en esta vida".

MADRE SOLTERA EN LOS AÑOS SESENTA

Clara es la mayor de cuatro hermanas.carLos Klinger

La buena alimentación, el ejercicio y los cuidados hicieron que, Clara Ayora, comestóloga de 76 años, visualmente se mantuviera de sesenta. Ella habla con frescura y bromea en cada frase, afirma que aprendió a que lo que digan o piensen los demás le den igual, después de que, a sus 23, quedara embarazada sin que se hubiese casado con el padre de su único hijo.

"Había esa presión de casarse, si no se casaba antes de los 25 años ya eras una quedada".

"Me veían con pena, decían: '¡Ay, es soltera no se ha casado!'", rememora. La guayaquileña trae devuelta a los días amargos en los que los malos comentarios hacia ella abundaban y la incredulidad de los demás en que no alcanzaría a hacer algo con su vida y la de su hijo, sobraban. 

La compañía de su familia permitió que lograra sus objetivos académicos y que llegara a trabajar por 30 años en el canal de televisión Ecuavisa, en la sección de noticias, donde maquilló a periodistas como Alfonso Espinoza de los Monteros y Tania Tinoco. 

Tras atravesar las adversidades de una maternidad sin la compañía del papá de su hijo, quien se graduó de médico, le aconseja a las mujeres que serán madres solteras que no teman y que "sigan adelante y luchen porque la vida no se trata solo de estar con un hombre". 

DATOS

Según la ONU Mujeres, en Ecuador el 65% de las mujeres en han experimentado algún tipo de violencia de género a lo largo de su vida.