A los 23 años, Gladys Bonifaz Lozano se convirtió en madre por primera vez y desde entonces nada la ha detenido para que sus tres hijos tengan alimento y un techo bajo el cual descansar. Siete años más tarde, ella empezó a vender mangos y grosellas en un triciclo prestado con el que llegó a una unidad educativa, en la avenida Universitaria del cantón Babahoyo, Los Ríos.

Dos semanas después Gladys pudo adquirir su propio triciclo y empezó su negocio, cuando sus dos primeros retoños estaban cursando la primaria. Luego nació su tercera hija, a quien llevaba al trabajo hasta que entró a la escuela.

Gladys aseguró que cada día es una nueva oportunidad para laborar y así lo hizo hasta durante el embarazo de su tercera hija. “Cuando nació yo la cargaba aquí en el triciclo, debajo de la mesa donde pongo la fruta. No tenía con quien dejarla porque los dos mayores estudiaban, entonces ella me acompañaba todos los días hasta que le tocó ir a la escuela”, mencionó.

La joven actualmente tiene 17 años y estudia ingeniería en sistemas en la universidad. El varón tiene 25 años y pertenece a las filas de la Policía Nacional. Entre tanto, su primogénita de 34 años estaba estudiando en la universidad, pero dejó de asistir para ayudar a su mamá en los recorridos y juntar el dinero que su hermano requería cuando hizo el curso de policía.

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Desde ahí Gladys trabaja con su hija Paola Enriquez y juntas decidieron darle un plus a la venta del mango, elaborando un helado con trozos de esta fruta. “Fue hace dos años que buscamos darle un giro al negocio partiendo desde lo que solicitaban sus clientes”, refirió.

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