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Día de la Madre: Mujeres con trabajo 24/7
No son malabaristas, pero se multiplican para desempeñar diferentes roles: trabajar, atender el hogar y, lo más importante, pasar con sus hijos. La historia de cuatro mujeres cuyas vidas convergen en una sola cosa: ser la mejor mamá.
Las palabras le quedan cortas a Eduardo Mina Castañeda para describir el inmenso amor y la admiración que siente por su madre, Inés Isabel Castañeda Tenorio. Ella es su motor y su ejemplo a seguir, afirma el joven, de 18 años, mientras en una hoja de cuaderno plasma sus sentimientos hacia ella.
Eduardo es el menor de los seis hijos de la esmeraldeña, de 57 años, quien desde hace una década trabaja limpiando las calles de Guayaquil; labora en Urvaseo, empresa encargada del servicio de recolección, barrido y transporte de desechos en la ciudad. Antes laboró en una empacadora. “No tengo manera de expresar lo que siento por ti. Eres lo mejor que me ha pasado en este mundo. Dios te bendiga siempre y que cada día te dé más fuerzas para que sigas siendo esa madre excelente”, cita parte de la carta que le dedicó como homenaje por el Día de la Madre.
Castañeda tiene 45 años radicada en el Puerto Principal, aquí formó su hogar. Su jornada arranca a las 05:00 y antes de salir a ‘camellar’ prepara el desayuno. Una hora después se sube al bus que la traslada a su trabajo.
Confiesa que todo lo hace con esmero y dedicación y que el mejor regalo es llegar a casa y recibir los mimos y abrazos de sus hijos y de sus nietos. “Las madres nos convertimos en amigas, protectoras y consejeras. Ellos son el combustible. Pido a Dios que me devuelva sana y salva para abrazarlos”, expresa. (AEB)
- Andrea Franco Muñoz: “Es la mujer más valiente y amorosa”:
Daniel Martínez Franco tiene apenas seis años, pero a su corta edad sabe muy bien lo que es ser valiente. Su mamá, Andrea Paula Franco Muñoz, es una prueba de valor, desde hace 9 años es miembro de las Fuerzas Armadas del Ecuador y todos los días deja el calor de su hogar, se aleja por horas de los brazos de su pequeñito para velar por la seguridad de la ciudadanía.
“Mi familia se siente orgullosa por tener un miembro en las filas militares. Aunque ahora el nivel de inseguridad es mayor al de antes, ellos saben que esta ha sido mi vocación, lo que sí me angustia es dejar a mi niño, a veces por días, semanas, es doloroso, pero tengo a un ser maravilloso que es mi madre y ella me lo cuida, es una bendición. Eso hace que pueda trabajar tranquila, alivia mi carga. Tengo muchas compañeras que no tienen quién les cuide a sus hijos”, expresa la cabo Franco.
Confiesa que su mayor alegría es llegar a casa y recibir los abrazos y frases de amor de su niño, quien es su incentivo para ser una mejor profesional, hija y sobre todo mamá. “Ahora con el estado de excepción tenemos guardias más complicadas, pero no hay nada que no nos pueda levantar, sobre todo para quienes somos madres”.
Hace poco me tocó viajar a Quito, estuvo 15 días fuera de Guayaquil. “Lo bueno es que la tecnología nos da la oportunidad de poder conectarnos virtualmente con nuestros seres queridos (...) y siempre le digo que su mamá cumple con su mayor sueño y lucha para darle un mejor futuro. Él me responde: ‘lo sé mamita, por eso te amo tanto, eres la mujer más valiente y amorosa’.Eso me llena de valor para seguir adelante”. (AEB)
- Karla Castillo Chang: “Gracias por cada dulce abrazo, eres mi orgullo”
La sargento de Policía Karla Dennis Castillo Chang ha afrontado el peligro por su profesión, pero el amor a su hija, Vielka Martínez, la hace fuerte y todas las vicisitudes se convierten en pequeñeces cuando ve el rostro de su princesa.
Ella ha sido su compañera de viajes y hasta ha estado presente en su ardua jornada, tanto en Guayaquil como en Cuenca, donde inició su carrera profesional.
“Mami, tú has sido mi primer amor verdadero, el amor que tú me das es sincero y duradero. Gracias por cada dulce abrazo que me das y por tus palabras. Te amo mucho. Mamá eres mi orgullo, eres una persona fabulosa. Que Dios siempre te traiga sana y salva”, dice parte de la carta que hoy entregará a su progenitora.
Karla Dennis tiene 17 años en la institución. Labora en la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen).
Revela que varias veces por su labor ha sido objeto de amenazas, sobre todo de familiares y moradores que se oponen a su trabajo y que no permiten que los menores de edad sean retirados del entorno donde son vulnerados.
“Hace unos meses tuve un procedimiento de la recuperación de unos menores de edad, una persona salió y dijo que nos iba a dar dos tiros por llevarnos hijos ajenos. Las personas no entienden que es nuestro deber protegerlos. Sé que es un riesgo que vivimos como policía, pero el amor de mi hija es la vitamina que me impulsa seguir adelante”, expresa.
Sostiene que es complicado darle tiempo a su hija, pero se las ingenia para que las pocas horas que pasan juntas sean de calidad. “Busco tiempo para mis actividades, para ser madre y ser policía”. (AEB)
- Jenniffer Martínez: “Eres una mamita todoterreno”
Cuando Jenniffer supo que estaba embarazada a sus 18 años, su padre le advirtió que debía aprender a conducir. Él le dijo que ya le tocaba ser independiente porque atendería a su bebé y necesitaba movilizarse sola, por lo que aquello (el saber conducir un vehículo) iba a ser necesario en sus tareas diarias. Pero Jenniffer, apenas dejando la adolescencia, no tenía contemplado que esa misma tarea le salvaría ‘los muebles’ y hasta la comida unos años más tarde.
Cuando llegó la pandemia, en el 2020, la joven de 28 años, que se había desempeñado como abogada en un estudio jurídico hasta ese momento, sufrió una reducción de sueldo en su lugar de trabajo. Empezó a hacer cuentas y notó que no le alcanzaba el dinero que recibiría por sus ocho horas diarias de ‘camello’. “No tenía mente de emprendedora, así que decidí ‘taxear’ en una aplicación. Trabajaba de 09:00 a 17:00 en el estudio jurídico y de 18:00 a 02:00 en el taxi, que era mi carro, un Grand Vitara SZ que acababa de comprarlo”.
Jenniffer cuenta que se sintió ‘acorralada’ porque para el 2020 ya no solo era su primer hijo Franco el que estaba con ella, sino también Mateo, quien actualmente tiene 6 años y además era ella sola quien cubría los gastos de ambos, es decir, era madre soltera.
“Mi familia vive en el exterior y no tenía quién me cuide a los niños. Ya pagaba una niñera para la mañana, así que lo que hacía era dejarlos dormidos hasta que llegara en la madrugada”, confiesa Jenniffer, quien ahora reflexiona que “cuando hay necesidad no se ve ningún obstáculo”. Jenniffer dice que lo hizo por ellos (Franco y Mateo), porque gracias a su doble jornada compraba comida para la semana y hasta pagaba la escuela.
A ella ni los peligros a los que se exponía la hacían desfallecer. “Todo el tiempo cargaba un paralizador en medio de las piernas por si alguien me hacía algo, pero era ‘todoterreno’. Me metía a Durán, el suburbio, El Fortín y ufff...”, dice entre risas. “Lo que extraño de taxear es que hablaba y conocía a muchas personas”.
Hace apenas un mes nació su última bebé, Sofía; sin embargo, previo a eso ella tuvo la idea que cambió su vida: implementó el servicio de taxis de mujeres para mujeres.
Ahora, Jenniffer comparte sus experiencias con las conductoras de la empresa que nació de su necesidad de seguridad durante el tiempo que pudo hacer de taxista. (MF)