Arturo Espinosa cumplirá 54 años este 18 de septiembre. No podrá celebrarlo como cuando lo hacía con su hija Diana. La extraña. La recuerda. Ella siempre le sorprendía con un pastel que compraba en la panadería del barrio.

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Hace tres años que ya no lo hace. El 19 de mayo del 2021 su cuerpo agonizante fue encontrado en la calle Pimampiro, en el sur de Quito, a pocas cuadras de donde viven sus padres.

Su pareja, Jonathan Falcón, le habría arrollado con el propio vehículo de la víctima luego de una discusión.

Al principio, el caso fue investigado como accidente de tránsito con resultado de muerte, porque el sospechoso aseguró que varios sujetos se acercaron al vehículo con la intención de robarles. Él supuestamente se asustó, aceleró la marcha del carro y su novia cayó, golpeándose la cabeza.

Sin embargo, meses después, tras varias diligencias judiciales la figura legal cambió a femicidio. Cuando esto sucedió, Jonathan desapareció y la familia de la víctima quedó sumida en el dolor y la incertidumbre de que se haga justicia por Diana. Hasta el pasado miércoles 13 de agosto del 2024, cuando al fin hubo noticias de él.

“¡Don Arturo, misión cumplida! Lo encontramos”, fue lo que le dijo vía telefónica un agente investigador al padre de la víctima.

Arturo no sabía qué hacer. Sintió rabia, desconsuelo, algo de tranquilidad. Miró al cielo. Cruzó las manos. Lloró. Fue a la iglesia de Santo Domingo, prendió una vela y la colocó a los pies de Jesús del Gran Poder. Cerró los ojos y dijo: “Gracias por escuchar mis súplicas, hemos dado un paso más”.

Desde ese día, Arturo no ha podido dormir bien. Afirma que los recuerdos dolorosos de su hija en el ataúd vuelven a su mente. Espera con ansias que las autoridades traigan al sospechoso. Quiere verlo a los ojos y exigirle algo: “¡Devuélveme a mi hija!”.

Por lo pronto, el padre de Diana tratará de reponerse para el 18 de septiembre comprar un pastel y recordar su ‘cumple’. Lo hará por la memoria de su hija.

San Ramón es una comuna localizada en el sur de Santiago, capital de Chile. Tiene 7 kilómetros cuadrados de extensión territorial y casi 100 mil habitantes. Aquí fue encontrado Jonathan Falcón, según la investigación del bloque de búsqueda.

Cuando agentes de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) atraparon al sujeto, estaba irreconocible.

Se había dejado crecer el cabello y la barba. Había subido de peso y se cambió de nombre para pasar desapercibido. No se parecía a la foto del sujeto que aparece en el afiche del Ministerio del Interior como el décimo séptimo más buscado del Ecuador.

En Chile se dedicaba a labores de construcción. Los agentes dieron con su paradero luego de que le siguieron los pasos a la mujer con la que vivía en dicha comuna.

Ella supuestamente era la encargada de hacer todos los trámites y diligencias del presunto femicida para que llevara una doble vida sin levantar sospechas. No tenía amistades. Se limitaba a ir al trabajo y a su casa.

Jonathan tenía una orden de captura vigente desde el 22 de agosto del 2022. Al parecer, semanas después habría ingresado por caminos irregulares a Perú, donde se estableció por algún tiempo. Meses después había partido a Chile para radicarse en ese país.

La familia de la víctima espera que el sospechoso retorne a Ecuador lo antes posible para que continúe el juicio en su contra por el femicidio de Diana.

La abogada Nathalya Salazar, experta en temas penales, explica que cuando un Estado requiere al país donde fue localizado uno de los más buscados, la diligencia se llama extradición activa, la misma que busca la comparecencia del prófugo dentro de un proceso judicial de naturaleza penal. “La idea es que reciba la pena y el delito no quede en la impunidad”, indica.

La jurista añade que si el caso está en etapa de juzgamiento, hay que esperar el trámite administrativo entre ambos países para que el sujeto sea puesto a órdenes del órgano jurisdiccional competente. Esto implica presentar la orden de prisión que pesa en su contra y los elementos probatorios que demuestran que él está implicado en el delito de femicidio.

Según la Ley de Extradición, la prisión preventiva del prófugo en el país donde se le ubicó quedará sin efecto “si transcurridos cuarenta días desde aquel en que se produjo la detención, el Estado requiriente no hubiese presentado en forma de solicitud la extradición”.

Arturo teme que la justicia no esté de su lado cuando traigan al responsable del crimen de su hija y el caso quede en la impunidad. Ya sintió una primera decepción cuando el sujeto se escapó del país. “Quiero escuchar que el juez lo sentencie a 34 años y 8 meses por el delito de femicidio de mi Dianita”.

María Lagla, madre de la víctima, ha sido el sostén de su esposo en los momentos críticos. Su templanza ha sido fundamental para que el hogar no se desmorone. Cuenta que ha sido difícil consolar a Arturo y a la vez mostrarse feliz con su hija y su nieta para no transmitirles el dolor. “De noche rezo, me he acercado más a Dios”.

En ocasiones tiene miedo cuando su pareja sale a trabajar en el taxi. Teme que algo le pueda pasar. Siente que el sospechoso puede mandar a hacerle algo. “Como no tiene nada que perder. Es capaz de todo”.

A ella también le reconforta en algo la captura del presunto femicida. Piensa que al fin el sospechoso podrá sentir que “se le hizo pedazos la vida, así como nos la hizo a nosotros”.

Para María, la incertidumbre de saber dónde estará el sospechoso terminó al fin. Fueron tres años tormentosos que vivió junto a su familia.

Recuerda que a veces había personas que jugaban con su sentir. Escribían al Facebook de su otra hija, Malena, para decirle que supuestamente habían encontrado a Jonathan. Unos comentaban que estaba en un centro de rehabilitación para adictos de Tulcán, otros afirmaban que se había radicado en Ibarra. Sin embargo, cuando les pedían más datos a los informantes, estos decían que querían dinero.

Malena también tiene sentimientos encontrados. Ella también ayudó a su padre a buscar la verdad de la muerte de su hermana. Organizó plantones, acompañó a Arturo a la Asamblea para exponer el caso y ayudó a los investigadores con información para que encuentren pronto al presunto femicida.

Solo espera que “los jueces no se vendan”. Teme que todo el trabajo y las oraciones que hicieron para que capturen a Jonathan hayan sido en vano.

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