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'Desnudando' un chongo virtual
Son una mezcla de night club con redes sociales. Las sexoservidoras tienen su perfil y el cliente puede adquirir un ‘cuerpeo’ a un solo clic.
“Soy Vanessa, una venezolana muy complaciente. Hago de todo. Oral al natural, trato de novios, masajes, ducha juntos. Fetiches cuesta adicional...”, reza un anuncio en una de las plataformas digitales de servicios sexuales.
Junto al mensaje se puede ver fotografías de la mujer, de 24 años, con lencería roja, tacones altos y en posiciones provocativas.
Debajo de su perfil aparecen otros con mensajes similares. “Soy una ‘gordibuena’ voluptuosa y hago lo que quieras”, “Linda chica rubia dispuesta a todo”...
Estas páginas son una mezcla de una red social con un night club. Una especie de ‘chongo virtual’. Aquí, el edificio es la web y las trabajadoras sexuales se ‘pasean’ en sus perfiles mostrando sus mejores atributos para quienes pagan por un ‘cuerpeo’.
El capitán Esteban Rivera, jefe de Operaciones de la Unidad de Delitos Cibernéticos, señala que estas plataformas han tomado fuerza en el país, sobre todo desde el 2020, cuando apareció el coronavirus y los cabarés permanecieron cerrados para evitar la propagación de la pandemia.
Según el oficial, en Ecuador existe solo una página web legal en la que se ofrecen servicios sexuales y que funciona con un servidor informático ubicado en Estados Unidos. Este sitio también se encuentra en 26 países.
Añade que existen decenas de lugares que son ilegales y en los que suele haber gente inescrupulosa que comete delitos. “Lo que más denuncian es extorsión, suplantación de identidad, violación a la intimidad y estafa”.
Un mundo paralelo
Vanessa utiliza una de estas páginas. En un inicio no sabía cómo funcionaba porque trabajaba para una agencia de escorts y prepagos.
Cuando se hizo independiente se dio cuenta de la ‘movida’. Para ser un usuario de estas plataformas se debe crear un perfil como en cualquier red social. Nombre, contraseña, dirección de correo electrónico, número de teléfono, subir una fotografía al perfil. Pueden ser falsos.
La diferencia radica en que las publicaciones son pagadas. Es decir, cada persona que quiera ofertar sus servicios sexuales debe cancelar una cierta cantidad de dinero para que sus posts estén disponibles y destaquen entre los demás.
Vanessa, de nacionalidad venezolana, explica que no es recomendable pagar por una sola publicación, sino por paquetes. El más barato cuesta 6,45 dólares e incluye cinco posts al día. El más costoso tiene un valor de 104 dólares y dura de dos a tres semanas.
Mientras más paquetes se pagan, más oportunidades hay de salir en la página principal. Existen combos en los que el usuario puede convertirse en ‘premium’, pero son más costosos.
Sin embargo, no es solo de pagar y esperar clientes. Hay que saber cómo escribir una buena descripción de perfil.
Vanessa señala que en varias ocasiones le bloquearon el suyo. No sabía la razón hasta que una compañera de ‘camello’ le dijo que no debía escribir palabras relacionadas con menores de edad.
“Solía poner: soy una bebé, una colegiala o, simplemente, la niña de tus sueños; sin saber que eso era un delito”.
El capitán Rivera explica que estas páginas, para que sean legales, deben ser registradas como una de pornografía. Bajo ese concepto, tiene restricciones en el uso del lenguaje y de las fotografías.
Detalla que cuando la inteligencia artificial de estas plataformas detecta una palabra, imagen o video relacionado con niños o adolescentes inmersos en delitos sexuales, salta una alerta a los administradores.
Esa información es solicitada por la Policía cuando existe una denuncia.
Luego investigan el caso y realizan una indagación a quienes están detrás. “Las páginas que no son legales utilizan servidores por 30 días y luego desaparecen”.
Una cita ‘moderna’
Carlos cuenta que cambió los cabarés convencionales por esta nueva alternativa virtual. Según él, por seguridad, comodidad y limpieza.
Eso sí, recalca que cuando ingresa a uno de estos sitios webs se demora unos 10 minutos para escoger a la chica, porque dice que en varias ocasiones la mujer que estaba en el perfil no fue la misma que llegó al hotel a dar el servicio. “Las fotos las retocan como en cualquier red social. Un par de veces me salí del hostal”.
Carlos explica que para contactar a alguna chica hay que ir debajo de la descripción del perfil, donde hay dos botones. Uno dice ‘vía llamada’ y otro ‘vía WhatsApp’.
Añade que la plataforma redirecciona a la aplicación del celular o computador con un mensaje predeterminado. A los pocos segundos, desde otro número —en el que como foto de perfil suelen estar mujeres en lencería— también responden con mensajes guardados.
Vanessa indica que ella suele escribir: “Hola corazón, soy una chica ardiente que complacerá tus deseos”. Luego reenvía un mensaje en el que enlista las cosas que ofrece en su servicio. Sus precios son: 40 dólares la hora, 30 dólares la media hora y 20 dólares el momento.
La extranjera explica que luego de pactar la cita hay dos lugares en los que se puede obtener el servicio. En hoteles o en departamentos privados. En el primer caso, el cliente deberá enviarle el número de la habitación para que ella lo atienda. “Se paga antes del acto o antes por transferencia”.
En el segundo caso, la mujer señala que existen agencias de prepagos que arriendan departamentos y que ofrecen sus servicios ahí “como si fuera un ‘chongo privado’”.
Carlos manifiesta que lo malo en ese tipo de lugares es que no hay seguridad. Él prefiere que la chica vaya a su casa. “Cuesta más, pero es más íntima la relación”. El hombre utiliza estas plataformas por más de dos años y para él es mejor que ir a los cabarés.
El dueño de un chongo ubicado en la avenida Maldonado, sur de Quito, dice que estas plataformas han ayudado a algunas de las chicas que trabajan en su local para obtener un dinerito extra. “Ellas trabajan en los horarios en los que no abrimos”.
Al preguntarle si las páginas han afectado su negocio dice que no porque, según él, “hay clientes que quieren ver en persona a las chicas”.
No hay que dar datos personales
El capitán Esteban Rivera asegura que existen clientes que envían fotos personales a las trabajadoras y ellas suelen extorsionarlos para no publicarlas en las redes sociales. “Hacen ingeniería social y hasta llegan a los perfiles de los familiares para extorsionarlos a ellos también”.
El oficial recomienda a los clientes que si van a tomar el servicio sean directos y no intimen con las mujeres.
Añade que deben cerciorarse de que no les están mintiendo. Según Rivera, se han dado casos de hombres que terminan desnudos, no por el ‘cuerpeo’, sino porque los duermen con alguna sustancia en la habitación y se roban sus pertenencias.
“Cuando la chica le cambia de lugar en el que en un inicio se iba a dar el servicio, hay que dudar”, explica.
Agrega que la Policía ha desmantelado bandas organizadas que han utilizado esta página para esconder, mediante servicios de masajes eróticos, explotación sexual.
Nueva cosificación de las mujeres
La abogada Johanna Orbe, experta en violencia de género, señala que estas nuevas plataformas solo extienden y normalizan la idea de cosificar a la mujer. También dice que con estas prácticas se refuerza el concepto de que las trabajadoras sexuales son un objeto para la satisfacción de un hombre a cambio de dinero.
“Quienes utilizan estos servicios son personas que carecen de autoestima”.
Orbe añade que han aparecido plataformas en las que también hay mujeres que piden este tipo de servicio del sexo opuesto. Sin embargo, según ella, esto no se puede comparar con la forma y objetivización que se hace con las mujeres.
La jurista recalca que hay casos en los que existen mafias que controlan a las mujeres e incluso se quedan con su dinero. “No creo que eso pase con los hombres”.