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El sujeto fue detenido luego de confirmarse su nombre en el depósito hecho a la víctima, en Ibarra.Cortesía

Descuartizada en Ibarra: Sospechoso cayó por el depósito de cinco dólares

El marido de la trabajadora sexual asesinada dio un testimonio clave para iniciar con las pericias. Le contamos detalles exclusivos del atroz hecho

El trágico final de Liliana, de 24 años, es materia de investigación por parte de la Policía de Ibarra, en Imbabura. Su verdugo confesó ante los investigadores que la asesinó y dispersó sus restos como si fueran basura.

Desde ayer, el sospechoso, identificado como Robinson Muñoz Ospina, cumple prisión preventiva por el delito de asesinato de esta joven trabajadora sexual. La Fiscalía General del Estado (FGE) abrió un proceso de instrucción fiscal de 30 días, en el cual este sujeto es señalado como presunto autor directo.

El testimonio del esposo de Liliana fue clave para reconstruir los hechos. Todo comenzó a las 12:30 del 30 de mayo, cuando él la llevó en motocicleta hasta la intersección de las calles Obispo Mosquera y Juan Montalvo, en Ibarra. En ese lugar, la joven debía atender a un cliente que le había transferido cinco dólares para cubrir el transporte.

La pareja relató que Liliana ejercía como trabajadora sexual desde hacía cuatro años y solía concertar las citas a través de WhatsApp. Él la transportaba hasta el lugar acordado y, cuando ella terminaba, la recogía.

“Después de dejarla, regresé a casa y le escribí para preguntarle cuánto tardaría. Ella me dijo que estaría libre a las 13:30 (del 30 de mayo)”, declaró el hombre ante los agentes. Sin embargo, a las 14:30, Liliana le escribió nuevamente para que fuera a recogerla en el mismo sitio donde la había dejado.

El esposo acudió al lugar pero no logró ubicarla, por lo que comenzó a buscarla por los alrededores, según relató a la Policía. Al no obtener resultados, se comunicó con el ECU-911 para reportar la desaparición. También alertó a los familiares de la joven, quienes iniciaron su propia búsqueda antes de formalizar la denuncia.

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La coartada del sospechoso

Los restos de Liliana fueron llevados a la morgue del hospital San Vicente de Paúl.Cortesía La Naranja Ec

Mientras esto ocurría, a las 17:30 de ese mismo día, Robinson Muñoz Ospina se encontraba limpiando el piso de la cocina del departamento que alquilaba, ubicado en el tercer piso de una casa rentera. Así lo afirmó la administradora del inmueble, quien subió a reclamarle por el pago de dos meses de alquiler que adeudaba.

La mujer indicó a la Policía que Robinson había llegado al lugar en marzo de este año, buscando una habitación amoblada solo para descansar. “Me dijo que era chef y trabajaba en Otavalo todos los días. Aseguró que no estaría mucho tiempo en el departamento. Por eso le alquilé el cuarto por 220 dólares mensuales”, contó la administradora.

Mientras hablaban sobre la deuda pendiente, la testigo notó que él tenía sangre en la mano izquierda. Al preguntarle qué le había pasado, Robinson respondió que un perro callejero lo había mordido tres veces. La señora se retiró entonces a su departamento sin insistir más.

El 31 de mayo, a las 17:30, la hija de la administradora se comunicó con ella para contarle que había visto a Robinson llevándose una maleta grande. “Esa maleta la dejé afuera de una habitación. Le pregunté por qué se la llevaba y me dijo que se estaba cambiando de casa, que si se la prestaba. Le respondí que no era mía”, narró la mujer. Poco después, el implicado regresó, vació la maleta y la devolvió.

Además, la señora notó que el agua de la piedra de lavar del cuarto que ocupaba Robinson tenía un tono rojizo. Al preguntarle, él alegó que había lavado una cobija que se destiñó.

El hallazgo de restos en Socapamba

La pierna derecha y el torso junto con el brazo fueron hallados en el botadero de basura de Socapamba, en Imbabura.Cortesía La Naranja Ec

Ese 31 de mayo, el esposo de Liliana formalizó la denuncia por desaparición y se activó una investigación policial. Los agentes lograron identificar a Robinson Muñoz Ospina al rastrear el depósito de cinco dólares que hizo a la joven. También pidieron al esposo que los llevara a la dirección exacta donde había dejado a Liliana.

Una vez allí, los agentes se contactaron con la administradora del inmueble donde vivía Robinson y le solicitaron permiso para ingresar. Al llegar al tercer piso, los investigadores encontraron un cuchillo con manchas de sangre, además de rastros hemáticos en prendas de vestir, el baño y la lavandería. La maleta que Robinson había tomado también presentaba manchas de sangre seca.

Ante estas evidencias, las pericias se intensificaron, aunque Robinson seguía prófugo. El 1 de junio, a las 08:47, uno de los investigadores recibió una llamada del ECU-911: se había encontrado la pierna derecha de una mujer en el botadero de basura de Socapamba, en las afueras de Ibarra.

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Los policías se trasladaron al lugar y llamaron al esposo y a la madre de Liliana. Ambos reconocieron el miembro como perteneciente a la joven. Paralelamente, los agentes ubicaron el lugar donde Robinson se ocultaba, cercano al sitio del crimen. Fue capturado tras intentar fugarse.

En el momento de su arresto, el sujeto accedió a colaborar con las autoridades, haciendo una confesión escalofriante. En el parte policial al que accedió EXTRA, consta la versión del implicado: no solo arrojó la pierna derecha al basurero, sino también la cabeza y el torso, que aún conservaba uno de los brazos. Estas partes también fueron encontradas en Socapamba, según una fuente cercana a la investigación.

Asimismo, Robinson reveló que la otra pierna fue lanzada a las orillas del río Tahuando. Los agentes se dirigieron al sitio y lograron hallarla entre la vegetación. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición, la cabeza de la víctima no había sido localizada. Liliana era madre de un niño. Las pericias forenses confirmaron que el descuartizamiento se realizó después de que ya había sido asesinada.

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