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La tragedia causada por la actividad del volcán Tungurahua también fue descrita en EXTRAArchivo EXTRA

Erupción del volcán Tungurahua en 2006: Sobreviviente recuerda la tragedia

Unas 40 estructuras, incluidas viviendas, la escuela y el centro de salud, fueron destruidas

Pedro Chango sobrevivió al terremoto de 1949 cuando tenía cuatro años, y 64 años después, en 2006, enfrentó la erupción del volcán Tungurahua. “Eran alrededor de las 21:00 cuando el estruendo de la ‘Mama Tungurahua’ parecía abrir la tierra”, relata.

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 Mientras más de 100 vecinos evacuaban sus hogares, él  decidió quedarse con su esposa y ocho hijos en su casa, levantada en una ladera detrás del coloso, y se encomendó a Dios. “A eso de las 21:00, la lava que brotaba del volcán sonaba como un río furioso. Rugía y la tierra temblaba. Las rocas caían sobre el techo, y ahí nos quedamos toda la noche”, cuenta.

Una vecina que vivía cerca intentó refugiarse con ellos, pero, cuando la erupción ya había comenzado, pasó la noche entre los cultivos. “También sobrevivió”, agrega Pedro, ahora de 82 años.

Pedro Chango, a sus 82 años, recuerda el terror que experimentó aquella vez que el volcán erupcionó.Yadira Illescas

Con más calma, reflexiona: “Nos salvamos porque nuestra casa no estaba en el camino de la lava”, pero a su alrededor quedó la desolación y la tristeza. El 16 de agosto de 2006, un denso manto gris cubrió poblados rurales de Baños, Penipe, Ambato (Tungurahua) y Riobamba (Chimborazo). Las casas en Juive Grande y Palitahua (Penipe) estaban en llamas.

Los flujos piroclásticos destruyeron todo. Solo se veía un suelo gris, humeante. Juive Grande, ubicado a 10 minutos de Baños por la vía a Ambato, quedó en ruinas. Más de 40 casas, incluida la escuela y el centro comunal, fueron destruidas.

DESCENDIENTES VUELVEN

Una escultura de aves representativas de la zona, recuerda que, hace 18 años, ahí existía un pueblo.Yadira Illescas

Sus habitantes, que habían evacuado la tarde del 15 de agosto, no regresaron. Con el tiempo, fueron reubicados en La Paz, en Pelileo y en Río Blanco, en Baños, por la vía a Puyo.

Actualmente, una escultura de tucanes, representativos de la zona, recuerda que, hace 18 años, ahí existía un pueblo. Tras la pandemia del coronavirus, los descendientes de aquellos habitantes han regresado a repoblar el caserío.

Pedro Chango asegura que nunca dejará su tierra, esa que no abandonó ni siquiera cuando el volcán Tungurahua mostró toda su furia. (YIE)

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