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Darién, la 'pesadilla americana' de los migrantes
Más de 183.000 migrantes han cruzado esta selva en lo que va del 2023. EXTRA llegó hasta el sitio y compartió con los ecuatorianos que salieron por mejores días
El sueño americano de los migrantes tiene un tramo húmedo, cálido, asfixiante, con extorsiones, lamentos y olor a muerte. Entrar al Darién es una ‘pesadilla’ para quienes ansían llegar hasta Estados Unidos (EE.UU.).
Darién es una provincia selvática, ubicada en el oeste de Panamá, junto a la frontera con Colombia. Esta zona se ha vuelto, para muchos migrantes, vía de tránsito para llegar por tierra hacia EE. UU. Atravesar su jungla es un desafío complicado. Muchos han perdido la vida en el intento.
La selva del Darién también es conocida como ‘Tapón’ porque interrumpe la ruta Panamericana, la carretera más larga del mundo de más de 17.000 kilómetros de largo, que conecta a casi todos los países del continente americano, pero se corta durante más de 5.000 kilómetros por el inhóspito bosque tropical.
Sin embargo, y pese a los anunciados peligros, desde 2009 hasta la actualidad ha existido un desbordado incremento de migrantes que han atravesado esta región en un desesperado intento por llegar hasta Estados Unidos.
Según cifras oficiales, durante los últimos 14 años, más de 679.000 personas han atravesado el Darién de manera irregular, siendo Ecuador una de las naciones que más migrantes aporta a esta cifra.
Un equipo periodístico de EXTRA viajó desde Guayaquil hasta Panamá y se introdujo en esta selva pantanosa para desentrañar los riesgos a los que se exponen nuestros compatriotas y migrantes de otras nacionalidades en esta región. Una aventura que, a decir de los mismos viajeros, “no es recomendable”.
Aquí el clima bordea los 32 y 37 grados centígrados, sin embargo, la sensación térmica con facilidad supera los 40 grados. El sol es intolerable, impacta más fuerte que en otras zonas. En el recorrido por las trochas, nombre que reciben los caminos selváticos, es muy común ver a personas descalzas con sus pies en llagas o mujeres tiradas en la tierra, como si estuvieran muertas, cuando solo están tomando un descanso para continuar con la travesía.
“Ni así me paguen un millón de dólares vuelvo a atravesar la selva del Darién. Esta experiencia no se la recomiendo ni a mi peor enemigo, es horrible, no podría describirla con palabras”, dice Miguel Jaraba, un venezolano que luego de cinco días de sufrimiento lograba salir de la ruta.
En el sitio, según relatan los mismos aventureros, es muy común ver toda clase de animales. Desde culebras, monos, pumas, jaguares, cocodrilos, hasta insectos desconocidos que con sus picaduras podrían llevarlos al filo del deceso. Todo esto vuelve mucha más peligrosa la travesía; sin embargo, y pese a todos los peligros existentes en lo que va de este período, más de 183.000 personas han atravesado la selva poniendo su vida en riesgo.
La presencia de los animales salvajes es solo uno de los obstáculos que deben sortear los que estén dispuestos a seguir con su objetivo.
En el camino, los viajeros relatan que fueron testigos de otra clase de problemas que recuerdan entre lágrimas.
“Las bandas criminales te roban, a algunas mujeres las violan, otros son secuestrados, otras personas asesinadas y algunas arrastradas por la corriente. Dentro de la selva también hay mafias que controlan todo adentro”, comenta José Galeano, otro venezolano que logró liberarse de todos los peligros, pero se quedó sin sus documentos y pertenencias debido a que fue asaltado, mientras viajaba con su esposa e hija de 2 años.
- Rutas de criminales
EXTRA tuvo acceso, por medio de una fuente cercana al equipo de operaciones de rescate de migrantes, a tres de las rutas que ofrecen las bandas criminales para que las personas puedan atravesar la selva desde Colombia hasta Panamá. Todas ellas tienen distintas ‘estaciones’ que llevan el nombre de las comunidades indígenas que habitan en el sitio o elementos que representan el sector.
Para poder atravesar el Darién hay distintas trochas, todas ellas finalizan en uno de los dos Centros de Recepción Migratoria en ciudad de Metetí, provincia de Darién. Sin embargo, las rutas se diferencian por el tiempo de duración y por el costo que se paga por ser guiados en cada uno de los caminos.
Por ejemplo, una de las rutas más transitadas por los migrantes es la que empieza en el poblado de Necoclí, un puerto en Colombia, pasa las comunidades indígenas de Capurganá y Cañas Blancas, luego atraviesas las zonas denominadas La Cruz y Come Gallina, hasta llegar a Bajo Chiquito, y finaliza en Lajas Blancas. En este último punto está ubicado el Centro de Recepción Migratoria, donde se encuentran albergues del Gobierno de Panamá y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para brindar ayuda humanitaria a los migrantes.
Según la fuente, esta ruta podría tomar de tres a cinco días, caminando al menos 12 horas por día.
“Nos tomamos cuatro días porque estábamos con dos niños. Fue horrible, porque el clima es muy húmedo y puedes escuchar los animales salvajes muy cerca de ti”, cuenta Dariana Vásquez, una venezolana que camina aferrada a la mano con su esposo y con sus hijos.
“No hay puntos de comida ni nada de eso que dicen. Cada persona debe llevar su propia alimentación y sus elementos para dormir. En el camino solo ves selva, río e indígenas que son peligrosos”, menciona Vásquez, mientras acaricia la frente de su hija de 3 años.
- Esto no acaba en la selva
Los que viajan por esta ruta, luego de llegar hasta la zona de Come Gallinas, deberán tomar una piragua (embarcación) que los dirija hasta el refugio de Lajas Blancas. El viaje es de 7 horas, aproximadamente, y el costo es de 20 dólares por persona (no está incluido en el valor inicial).
La navegación se la realiza en el río Chucunaque, uno de los más extensos y caudalosos de todo Panamá, donde es muy común observar enormes árboles arrancados de raíz por la fuerza de la creciente del agua. De hecho, durante la estadía de EXTRA se difundió que aproximadamente 10 migrantes fueron hallados ahogados a orillas del río.
Otra de las trochas transitadas para las personas de menos recursos es la que zarpa en Necoclí, Colombia, y atraviesa las comunidades indígenas de Caledonia, Guna Yala, Bandera, Tres bocas, Canaan de Membrillo, y finaliza en el refugio San Vicente, en Panamá. Esta es una de las rutas más extensas, cruzarla demora entre seis a ocho días, debido a los largos trayectos en la selva; sin embargo, hay personas que pueden tomarse más de 10 días por falta de dinero o robos.
Al sitio también llega un grupo de haitianos que a través de señas expresa estar exhausto luego de siete días de caminata por las trochas. “Caminar, caminar y más caminar. Necesitamos comida y descansar, por favor”, dice uno de los caribeños en francés.
Existe otra zona que es mayormente transitada por migrantes asiáticos, que se inicia en Necoclí, llega hasta Caledonia, pasa por Canaan Membrillo y luego arriba hasta el refugio de San Vicente, en Metetí. Esta ruta costaría entre 900 y 1.000 dólares. Según el informante, es poco utilizada por su alto costo.
Atravesar el Darién no significa el fin de la travesía, es realmente apenas el comienzo del trayecto centroamericano. Quienes logran vencer la selva deberán tomar un bus que cobra $ 40 y que los llevará hasta la provincia panameña de Chiriquí, en un viaje de al menos 12 horas.
Desde ahí cruzarán la frontera con Costa Rica y posteriormente atravesarán Nicaragua, Honduras, Guatemala y México, en donde muchos son asesinados por los mismos ‘coyoteros’ o deportados a sus países de origen. Solo los que superan todo ese trayecto de dolor llegarán hasta Estados Unidos, el destino anhelado.