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Muchos se quedan asombrados al ver a Carolina Espinoza detrás de una carretilla ofertando el asado.Néstor Mendoza

'Da clases’ con su longaniza

Profesora de la bicicleta retomó la venta de comida en playas. Se levanta a las 4 de la mañana a preparar el relleno y luego da las cátedras online

“Pensé que como usted es tan famosa, ahora no vendería esas longanizas tan ricas que hace”. Esto le dijo Teresa Bohórquez a la profesora Carolina Espinoza, quien cobró protagonismo en las redes sociales y medios de comunicación por salir a buscar a sus alumnos en bicicleta, casa por casa, para darles clases presenciales en plena pandemia del COVID-19 y a riesgo de contagiarse, porque no contaban con internet ni tablet.

“Ningún trabajo es afrenta, y dignifica a las personas, ni tampoco soy famosa, solo una mujer trabajadora”, respondió la educadora.

La conversación se desarrolló en la esquina de la avenida 15 de Agosto y Carlos Paredes, centro del cantón General Villamil, Playas, en Guayas, donde desde la semana pasada Carolina volvió a instalarse con su carretilla que la lleva empujando todos los días, por casi un kilómetro, desde su domicilio en el barrio Los Caracoles.

Allí se sitúa a vender longaniza asada y preparar parrilladas de menudencias de pollo, actividad que emprendió hace dos años y que la alterna con las clases que dicta en la escuela Juan Bautista Yagual.

Por la crisis sanitaria, durante tres meses había dejado de atender su puesto de ventas llamado Longanizas ‘El manabita’. La preparación le toma de dos a tres horas, el resto de la mañana lo utiliza para conectarse con sus estudiantes vía online y ayudarlos en sus tareas estudiantiles.

“Aprendí de mis abuelas a sazonar la longaniza, que es una tarea muy laboriosa; me levanto a las cuatro de la mañana, emprendo en el relleno de la tripa con carne de cerdo, picada con poca grasa y poniéndole todos los ingredientes como tallos de cebolla, perejil picado, jugo de naranja agria, sal y comino. Utilizo tripa de cerdo delgada y remojada. Con todos estos ingredientes adobo la carne, se deja descansar y después se embute en la tripa, la amarro y cuelgo al aire”, explicó la docente.

Añadió que desde las dos de la tarde que sale a trabajar hasta las seis logra vender entre 10 y 15 libras, a dos dólares el plato.

El olor del asado que se expande con el humo que provoca el incandescente carbón al contacto con la longaniza, la molleja de pollo y la yuca cocinada, atrae a los clientes que comienzan a aglomerarse alrededor de la carretilla.

Hortensia González y Arllis Morán, turistas de Babahoyo, de la provincia de Los Ríos, comentaron que el plato es delicioso, tal como la preparan en España de donde es originaria la longaniza, pero aquí se la sirve al estilo manaba con yuca, salsa y mayonesa.

Conocían a Carolina por los periódicos y se encontraron con la carretilla por casualidad. Nunca pensaron que además de buena profesora fuera una excelente chef y se ganara la vida humildemente, dijeron.

La educadora narró que mucha gente se sorprende de verla soplando el carbón y asando la longaniza, porque la conocen como la ‘licenciada Carolina’ que ha conseguido internet, tablet, kits estudiantiles y de alimentos para los estudiantes.

Muchos la han visto en comerciales de televisión y fotos en los periódicos. Pero quienes la conocen desde antes saben que siempre ha tenido su carreta de venta de longaniza con la sazón manabita. Y lo mejor de todo, saben que la fama no se le subió a la cabeza y sigue siendo tan humilde y solidaria como antes.

Transmite sus saberes culinarios

Carolina, así como transmite sus conocimientos profesionales a sus alumnos, también enseña sus saberes culinarios a otras mujeres para que inicien su emprendimiento en los barrios de Playas, donde, según dijo, nadie más vende la longaniza asada al puro sabor manabita.

“La gente piensa que por lo que hago por mis alumnos, por las oportunidades que me han dado las empresas de ayudar y porque los medios de comunicación le han dado cobertura a mi labor educativa, soy famosa y que estoy muy bien. Mi realidad es otra, debo trabajar para completar mi sueldo como profesora, tengo necesidades como todos, deudas que pagar, etcétera.

Del comercial que hice pedí como pago que me donen 6 computadoras para el laboratorio de la escuela que estoy equipando, y estoy rifando la moto que me donaron para comprar más computadoras”, puntualizó. (NM)