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La hipertensión es una enfermedad no transmisible y puede evitarse con buena alimentación y actividad física.cortesía

Los cuidados que deben tener los niños para evitar la hipertensión

La fatiga, la dificultad para respirar y los mareos pueden ser síntomas de que los niños y adolescentes puedan padecer de esta enfermedad

La hipertensión es una enfermedad que se caracteriza por una presión arterial alta y también puede afectar a los niños y a adolescentes.

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Los dolores de cabeza recurrentes, la fatiga, la debilidad, los problemas en la visión, la dificultad para respirar, el sangrado nasal sin razón aparente, los mareos y el dolor en el área del corazón pueden ser señales de alerta de que un niño podría sufrir de esta enfermedad.

El doctor Gregory Celis, director médico de Laboratorios Bagó, indica que la hipertensión arterial en menores de edad puede impactar negativamente su calidad de vida y si no se trata adecuadamente puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y renales en el futuro.

“Pueden experimentar problemas emocionales como la ansiedad o depresión, debido a que estarían lidiando con una enfermedad crónica”, explica el profesional. Otro de los riesgos que causa esta enfermedad en los niños es limitar su actividad física porque experimentan cansancio con mayor facilidad y tienen menos resistencia para realizar algún tipo de deporte.

Además, el rendimiento escolar de los más pequeños puede verse limitado con la hipertensión debido a la dificultad para concentrarse y aprender. “Pueden tener dificultades en sus relaciones sociales, pues a menudo se sienten excluidos de las actividades sociales por sus limitaciones físicas y emocionales”, agrega Celis.

La buena alimentación es importante para prevenir esta enfermedad.Pixabay

Recomendaciones

Para prevenir la hipertensión en los más pequeños es recomendable que lleven una alimentación saludable con el consumo de frutas, verduras y cereales integrales. También es importante que los niños y adolescentes realicen al menos 60 minutos diarios de actividad física moderada a vigorosa.

Sus padres o tutores deben ayudarlos a controlar el estrés con técnicas de relajación y meditación. Además, es imprescindible que los niños duerman entre 9 y 11 horas al día, y los adolescentes entre 8 y 10 horas para mantener una buena salud general. 

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