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El pasado 2 de julio, familiares de ciudadanos fallecidos y cuyos cuerpos no aparecen, realizaron un plantón en el centro de la urbe.Gerardo Menoscal / EXTRA

¡Sin cuerpos que llorar!

Fanny Cruz desconoce dónde están los restos de su padre, quien pereció el 1 de abril. A Silvia Guzmán le tomó más de dos meses encontrar a su esposo

Mientras se avisora un posible cambio de semáforo sanitario a verde para Guayaquil, en la ciudad hay familias que aún no pueden dejar atrás la pandemia. Son los casos de Fanny Cruz y Silvia Guzmán, quienes cargan con una penuria a cuestas.

La primera de ellas afrontó la muerte de su padre en la etapa de confinamiento y hasta ahora desconoce dónde está el cadáver. Silvia vivió lo mismo hasta hace dos semanas, cuando por fin logró localizar el cuerpo de su esposo, fallecido el 1 de abril.

Perdió a su hijo y a su padre

Carlos Cruz (65 años), el papá de Fanny, tenía problemas cardíacos. Por coincidencia murió el mismo día que el cónyuge de Silvia. Aquella fecha, al amanecer, el adulto mayor empezó a sentirse mal y en menos de cinco horas, pereció.

Ella cree que además del antecedente cardíaco, a Carlos le pasó ‘factura’ una pena que nunca superó. “Un mes atrás falleció mi hijo. Eso también le afectó, porque prácticamente él lo crió”, lamenta Fanny.

La fémina pudo enterrar a su vástago sin problemas, pero no tuvo la misma suerte con su progenitor, cuyo cadáver supuestamente se encontraba en la morgue de un hospital al sur de la urbe, pero en realidad no apareció ahí.

En un mes, Fanny Cruz no solo afrontó la muerte de su padre, sino la de su hijo.Gerardo Menoscal / EXTRA

Desde entonces, Fanny anduvo preguntando por su ‘viejito’ en varios camposantos. También ingresaba a cada rato a la página habilitada por el Gobierno, en la cual se publicaba un listado de los cementerios donde fueron sepultados los ‘caídos’ en la época dura de la pandemia, pero no lo halló.

Hace unas tres semanas se acercó al laboratorio de Criminalística de la Policía, en la avenida Rodríguez Bonín, oeste porteño, ante la sospecha de que uno de los cuerpos que allí se encuentran sea el de Carlos.

Acudió ilusionada. Le mostraron fotos de un cadáver, pero rápidamente notó que no era su allegado. Luego le dijeron que la llamarán para verificar si alguno de los demás cuerpos es el de Carlos, a través de una prueba.

El 26 de junio, la justicia concedió una acción de protección interpuesta por la Defensoría del Pueblo, en favor de personas con este tipo de casos.

Sepelio incierto

Silvia pasó por la misma angustia que Fanny. Por dos meses y tres semanas buscó el cadáver de su amado.

La tarea culminó felizmente el pasado 23 de junio, día en que fue a Criminalística y reconoció el cuerpo de su “cariñito”. Ahora se siente aliviada, pero no todo está resuelto.

“Deben decirme si me entregan el cuerpo o si lo sepultan ellos. Quisiera que me lo den para enterrarlo como merece”, comenta.

Las personas cuyos cuerpos están perdidos murieron, principalmente, entre los meses de marzo y abril.Gerardo Menoscal / EXTRA

Proceso de identificación

El abogado, perito forense y docente, Jaime Pacheco, refiere que cuando transcurre algún tiempo desde la muerte de una persona, es más difícil identificar el cuerpo. En esos casos se aplican técnicas específicas.

Una opción es comparar el registro odontológico del occiso en vida con las piezas dentales de su posible cadáver. Si no nunca tuvo tal registro, otra alternativa es comparar su perfil genético con el de sus allegados. Para ello, “generalmente se extraen segmentos óseos, dependiendo del grado de descomposición del cadáver”, explica.

El recurso otorgado a la Defensoría estipula, entre otras cosas, que el Ministerio de Salud brinde atención psicológica a estas personas y que se identifique y sepulte a sus parientes.

Marcas también son claves

Franciso Prado, director de la Academia de Peritos en Quito, dice que “hacerle ver a una persona una fotografía de un cadáver le podría generar un trauma”.

En tanto, los tatuajes y las cicatrices de operaciones también son determinantes en un proceso de identificación, comenta. Además, se analiza las huellas de los dedos.

“Los responsables del manejo de cadáveres deben tener la ficha decadactilar. Eso se coteja con la impresión dactilar de la cédula de la persona”, dice.

Una prueba de ADN se realiza en última instancia y cuando el cuerpo es mutilado, acota.