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Estas escenas en la calle 17 eran comunes cuando estuvo cerrado el barrio de tolerancia. Ahora que lo abrieron no todas las mujeres regresaron.Archivo

El 'cuerpeo' se resiste a dejar la calle 17

Luego de 40 días de reabierta La 18, decenas de mujeres siguen frecuentando la vía pública para ofrecer sus servicios, ante el malestar de los vecinos

Siguen allí. Con sus tacones altos, bluyines o vestidos ajustados y blusas bien escotadas, no escapan al ojo de vecinos y peatones de unas diez cuadras de la calle Milagro, más conocida como la 17. ¿Y ya no abrieron la 18? se pregunta al verlas, Julio López, un taxista que acostumbra a tomar la transitada 17 para ir desde su casa, en el suburbio oeste, hacia el centro y norte de Guayaquil.

"Tanto que reclamaron para que las dejen volver al barrio (de tolerancia) de ellas, pero siguen en la 17 dando un mal espectáculo, especialmente a los niños", se queja otra vecina del sector, quien prefirió no identificarse.

La existencia de un motel, a la altura de la calle Letamendi, es uno de los puntos fijos de las samaritanas del amor (como las describió Perales), que no han querido replegarse entre los muros del cercano barrio de tolerancia, que fue reabierto el 23 de septiembre pasado, luego de seis meses y medio de cierre obligado, tras surgir la pandemia de Covid-19.

Son reincidentes

Pero no es el único lugar donde estas sexoservidoras hacen 'estación'. En el cruce de la 17 con la calle Carlos Gómez Rendón también están en dos de las 4 esquinas, a la espera de la llegada de clientes, pese a que la Policía suele pasar por allí para exhortarlas a retirarse. La razón por la que no buscan la 18 es la fuerte competencia que tienen allí.

"Las retiran de aquí y al ratito, cuando se van los policías, vuelven nuevamente", dice Gabriela, una joven que admite con pesar, haber sido confundida un par de veces con una sexoservidora, cuando llegaba a su casa, ubicada en la comercial alteria, paralela a la 18 (calle Salinas).

"Aquí a cualquier mujer joven vestida con minifalda o jean, que se quede parada un ratito fuera de su casa o en una esquina, la pueden confundir con mesalina, y las autoridades no ponen un hasta aquí a esto", se queja la misma joven.

En los días del feriado que acaba de culminar, especialmente en horas de la tarde y noche, se notó incluso un incremento de mujeres de rostros desconocidos en el sector, las cuales eran abordadas indistintamente por peatones y conductores de autos y motos.

Hay moradores de la zona que calculan que al menos entre un 15 % y 20 % del total de damas de compañía que frecuentaban la 17 en los meses de cuarentena, "sigue llegando a hacer puntos (atender a clientes) aquí".

Inseguridad ciudadana y sanitaria

Otros vecinos señalan que los clientes de estas damas se arriesgan no solo a ser asaltados, sino a contraer coronavirus, ya que estas no toman las medidas sanitarias que sí se están tomando en el barrio de tolerancia.

En la cercana calle 18 opera el barrio de tolerancia, donde sí hay protocolos de bioseguridad.Archivo

En efecto, quienes acuden a La 18, un recinto de dos cuadras de extensión, cercado en sus extremos norte y sur por grandes muros de hormigón, tienen mayor seguridad ciudadana y santaria. Para poder reanudar la atención, los dirigentes, propietarios y mujeres de los prostíbulos debieron comprometerse a tomar todas las medidas de control sanitario necesarias para atender nuevamente.

Antes de lograr la autorización, las mujeres frecuentaban la 17 para ofrecer sus servicios. Además, ellas y los propietarios de los prostíbulos hicieron plantones en los bajos del Municipio y la Gobernación para exigir la reapertura. Ahora que lograron su objetivo, no todas han regresado al barrio.

Al momento ninguna autoridad de la ciudad se ha pronunciado sobre la reincidencia de esta damas a ejercer sus actividades en esa zona.