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Conductores de expresos escolares: ¡Con el motor apagado!
Las clases virtuales por el coronavirus mantienen con los brazos cruzados a la mayoría de dueños y conductores de los expresos escolares.
Sin batería y retirados algunos asientos. En esas condiciones permanece la furgoneta en la que Nelly Álvarez tenía previsto seguir ofreciendo el servicio de expreso a estudiantes del sur de Guayaquil.
No hizo mejoras al automotor por la suspensión de las clases presenciales y porque está ‘chira’.
En los 25 años en la actividad, Nelly ha tenido que sortear algunos problemas, como exigencias adicionales para poder circular; pero la actual la supera a todas: la COVID-19.
“Sobrevivo gracias a la ayuda de mis hijos y con la preparación de menú para eventos sociales que salen”, expresó.
La transportación escolar fue uno de los sectores más golpeados por la emergencia sanitaria.
Una vez que el pasado 4 de febrero, cuando culminó oficialmente el periodo lectivo 2019-2020 en el régimen Costa, los propietarios de furgonetas y buses del transporte escolar planificaban la inversión en sus unidades para estar ‘papelito’ para la nueva época de clases, prevista para abril.
Pero la pandemia se encargó de borrar la esperanza de un pronto retorno, por las clases virtuales.
Según la Federación Nacional de Transporte Escolar e Institucional del Ecuador (Fenateie), en Guayas hay 2.790 unidades, de las cuales 2.300 están registrados en Guayaquil.
Quedarse con los brazos cruzados no era la alternativa para los dueños.
Una parte de los conductores ha decidido ‘reinventarse’ para dotar a sus vehículos con medidas de bioseguridad y buscar otras alternativas que les permitan llevar el sustento al hogar. Una opción es el traslado de empleados de empresas e industrias.
Pero Pablo Caicedo prefiere dejar estacionada su nueva furgoneta al pie de su vivienda, en Ayacucho y la 18, antes que ponerla a trabajar.
“De los 16 dólares por vuelta, ahora los empresarios pagan hasta 12, lo que no es rentable”, indicó Caicedo, quien en febrero pasado se endeudó con 27.000 dólares para adquirir el vehículo, que por la emergencia sanitaria se la entregaron hace un mes.
Mientras Roberto Villamar lamenta que ahora percibe apenas el 50 % de su sueldo porque ahora hace pocas vueltas, ante el desistimiento de las empresas de solicitar los servicios.
“Mi jefe me dijo: ‘Es lo único que hay, lo tomas o lo dejas’. No me quedó otra alternativa que aceptar, porque hay una familia que mantener”, señaló.
La Fenateie registra en Guayaquil cinco operadoras. “Es una situación difícil para todas”, expresó Oswaldo Guamán, presidente del gremio.
Especifica que al menos el 50 % de la población estudiantil de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), que cuenta con más de 500.000 alumnos, depende de este servicio de transportación.
Emma Medina, gerenta de la Compañía de Transporte Escolar e Institucional (Cotreti), espera la sensibilidad de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) en la postergación de algunas exigencias, como la instalación de GPS y las dos revisiones técnicas anuales.
Indica que en el caso de su gremio, 17 de las 36 unidades ofrecen el servicio a empresas. Añade que han tenido que bajar hasta un 40 % los valores por el servicio por la competencia desleal.
“Los choferes están obligados a recorrer por rutas en mal estado y conflictivas, ¿pero qué podemos hacer? Hay que llevar el sustento a casa”, finalizó.
Jaime Enderica tiene 56 años, de los cuales 20 ha trabajado haciendo expreso escolar. Por lo pronto hace cachuelos, como albañilería. El carro está parado desde el inicio pandemia. Invirtió 1.200 dólares en mantenimiento. Dejó de ofrecer los servicios a un colegio, universidad y a una empresa. Lo ayuda su hijo mayor en el hogar. Tiene cuatro hijos menores y su esposa, y ahora sin ‘camello’ asegura que “la cosa está jodida”.