Hubo sesión de fotos, besos, vestidos, puperas, tacos, banderas multicolor y hasta ‘nudes’ (desnudos). Al menos, 300 personas llegaron, ayer, a la plaza exterior de la Basílica del Voto Nacional, en el Centro Histórico de Quito, para participar en un plantón pacífico en contra de la discriminación.

Esto, luego de que el pasado 22 de noviembre, dos mujeres trans fueran sacadas de ese lugar. Las chicas, que habían llegado de Cuenca para una marcha de la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexo), denunciaron el supuesto “acto de transfobia” en redes sociales.

La forma en la que iban vestidas (faldas largas, tops y pantalones de mezclilla) habría ocasionado que las echaran como se los indicó, en esa ocasión, el personal de seguridad.

Cerraron las puertas

De inmediato se convocó el encuentro. Fernanda López llegó al templo con un vestido rojo y blanco. Estaba indignada. Dijo que desde los 12 años es una mujer trans que se ha involucrado en la lucha por la igualdad.

“Si el papa Francisco se ha abierto a la comunidad LGBTI ¿por qué vienen los curas de acá a creerse dueños de los derechos? Jesús dijo: yo no vengo por los justos, vengo por los pecadores. Si creen que eso somos ¿por qué nos cierran las puertas, en vez de permitirnos entrar?”, describió.

Al enterarse de lo ocurrido con las jóvenes cuencanas, López enfureció. Pensó que su lucha en los 90 - para que se despenalizara la homosexualidad- había bastado para acabar con estas situaciones discriminatorias.

Mientras ella recriminaba lo ocurrido con las mujeres trans, el resto coreaba: “¡Somos malas, podemos ser peores!”.

Cuando los aplausos y los gritos a favor de la identidad de género colmaban de emoción a los asistentes se ordenó el cierre de la puerta hacia La Basílica. “Tratamos de hacerlo pacífico y miren cómo responden”, dijo López.

En ese instante, algunas personas -que estaban afuera- lograron trepar la reja con picos en la parte superior y posicionarse en la plaza. Y, cuando los ánimos parecían efervescer, alguien desde el interior de La Basílica dio la orden de que abrieran nuevamente.

La ropa solo es ropa

Cuando Santiago Flores, parte de la comunidad LGBTI, le contó a su madre que iría al plantón, ella le pidió que se cuidara. “Tenía temor de que alguien pudiera agredirme”, describía.

Para asistir al plantón, su ‘ñaña’ incluso le prestó una falda con la que Flores recorrió cada rincón de la plaza, a bordo de su bicicleta.

“Con el tiempo uno aprende a identificar las miradas de asombro y las de desprecio. La discriminación debería desaparecer... La ropa es solo eso, no define lo que eres”.

A pocos metros, Camilo Abarca -un hombre trans- y Angélica Quiroga sellaban su amor con un beso frente al umbral de la Basílica. Al fondo, flameaba la bandera LGBTI. “Las chicas sacadas del lugar se portaron tranquilas y decentes. Yo hubiera reaccionado mal y más ofuscado, sobre todo cuando les dijeron que estaban disfrazadas”, precisó Abarca.

La Mota, representante del colectivo PachaQueer, también explicó que está cansada de la doble moral y que los actos de discriminación no solo afectan a las personas de la comunidad. “El problema es que se han normalizado. No importa si eres gay, lesbiana o trans, te pueden discriminar porque eres gorda, flaca o por lo que sea”, mencionó.