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Comerciantes y fieles se ‘calentaron’ por la boda en Quito
En la Plaza de San Francisco cuestionaron las actividades de limpieza y el cierre del templo para la ceremonia de Juan David Borrero y Jasmine Tookes
El arco de flores y un camión hidrolavadora, que se llevó hasta las cucarachas, eran lo único inusual en la Plaza de San Francisco, ayer por la mañana.
Familias paseando, turistas con cámaras fotográficas y comerciantes de golosinas y juguetes deambulaban sin prisa.
Solo se detenían ante el manto de rosas blancas que cubría el umbral de la iglesia. Lo hacían, sobre todo, aquellos que llegaron a la plaza para la misa de las 09:00 y encontraron el templo cerrado.
Luis Gómez no podía creerlo. Era la segunda vez en la semana que visitaba el sitio y se topaba con la reja cruzada. “No es justo que privaticen la iglesia por una boda. Yo soy devoto de Jesús del Gran Poder por más de 30 años. Tengo más derecho de entrar que ellos que solo vienen por novelería”, expresó.
Como él, fueron muchos los fieles que llegaron a la ermita para la eucaristía. Ante sus cuestionamientos, un trabajador del templo colocó un letrero. Las misas de 07:00, 09:00 y 11:00 se celebrarían en la capilla de Cantuña. Pero Gómez dejó la plaza molesto por el desaire. Otros hicieron lo mismo.
Limpia por un día
El recorrido de la cuadrilla de limpieza de Emaseo, con rociadores y escobas, también causó malestar entre los comerciantes y transeúntes. No porque estuvieran en contra de las tareas de aseo, sino por la razón que motivó la minga. “Todos los días esto es una letrina y nadie hace nada. Yo salgo con la manguera porque el olor es terrible y ahora con esto de la boda resulta que sí limpian”, comentó Ivonne Villalba.
Ella manifestó que la hilera de negocios que se sitúan en ese punto han sido tan golpeados en los últimos años, que el no abrir la tienda de artículos religiosos (que regenta desde hace más de 20 años) implica un día sin comer.
“Primero fue lo del metro: tres años cerrados. Luego la pandemia y ahora esto de la boda”, mencionó.
Según ella, el evento ha turbado sus actividades cotidianas desde el viernes y temía que las irregularidades se prolonguen hasta hoy (domingo).
Pese a que hasta ayer al mediodía aún no había recibido la orden de cerrar su tienda, sabía que en cualquier momento la podían mandar a casa, como ocurrió durante la boda del futbolista Antonio Valencia, en 2019.
Janeth Iza, otra comerciante del lugar, cree que esto, lejos de incentivar el turismo, lo ahuyenta. “Si alguien viene y ve cerrado, no vuelve más y no recomienda”, argumentó.
Eso les ocurrió a Luis Cabrera y Carla Alvarracín, que llegaron desde Cuenca a visitar ese templo que habían visto solo en videos. “Si nos apena no poder entrar”, dijo la joven, mientras su ‘bendición’ les tomaba una foto bajo el arco de rosas.