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Comerciantes ambulantes recibieron un reconocimiento del Municipio de Quito
Quienes ofrecen productos en las calles contaron sus sacrificios para sobrevivir durante la pandemia. En la capital ecuatoriana hay 20.000 de ellos
María Guamaní estuvo a punto de fracturarse una pierna luego de caer de uno de los muros que rodean a un mercado del sur de Quito. Esta comerciante ambulante ‘escaló’ al menos tres metros para entrar a ese centro de abastos y comprar la fruta que vende en las calles Huigra y Ajaví, también en el sur.
Ocurrió los primeros meses de la pandemia del COVID-19, a inicios de 2020. Guamaní tuvo que hacerlo por las restricciones que, en ese momento, impedían la venta en las calles y todo tipo de movilización.
“Estaba desesperada. No teníamos plata ni para comer en mi casa. No me quedó más que hacer eso para subsistir”, contó ayer en el salón de la ciudad del Municipio capitalino, en un acto presidido por la concejala Paulina Izurieta.
presidente de la Federación de Trabajadores Autónomos de Pichincha
Allí, ese sacrificio tuvo su recompensa. La mujer, de 54 años, obtuvo un reconocimiento a su labor durante la crisis sanitaria.
Carlos Caiza, presidente de la Federación de Trabajadores Autónomos de Pichincha, detalló que el sector que representa fue uno de los más afectados por la pandemia. “Nuestros ingresos son diarios. Y en el caso de nuestros socios no tuvieron ayuda humanitaria”.
Según Caiza, en todo el país, hay –identificados– cerca de 120 mil comerciantes ambulantes. “Se dice que, por la crisis, seis de cada 10 ecuatorianos están en el subempleo. De esa cifra, no se sabe cuántos están engrosando el comercio autónomo”.
Los riesgos
Guamaní y su pareja se contagiaron con el virus. Gastaron alrededor de 500 dólares para curarse. “Si no era por nuestra familia, no sé qué hubiera pasado”, manifestó.
Algo similar vivió Dixon García, quien vende medicina natural en los buses interprovinciales y también fue reconocido en ese salón municipal. “No solo tuve que pagar mi tratamiento, sino que encima me cayeron las deudas del arriendo, agua, luz e Internet”, detalló.
El comerciante, antes de la llegada del COVID, recorría en las unidades ofreciendo ginseng y colágeno. En días buenos, García reunía entre 20 y 30 dólares, pero la mitad lo invertía en la compra de los pasajes porque subir al bus no es gratis.
director de Comercio Autónomo
Con las restricciones tuvo que ingeniarse para vender mascarillas y alcohol en la calle, esquivando los controles. Todo por subsistir, sin embargo, los ingresos disminuyeron.
Según Pablo Hernández, director de Comercio Autónomo de la Agencia Distrital de Comercio, la intención desde el Municipio es que este sector se active económicamente. “Se les entregó un plan de bioseguridad para que se protejan en sus actividades. Además, estamos buscando que todos se vacunen”.
El funcionario explicó que en Quito habría 20 mil personas –con y sin regularización– en las calles laborando como comerciantes autónomos. Se estima que esas cifras aumentarían, en los próximos meses, tras la publicación de los resultados de un censo.