Penipe festeja extrañando sus bailes tradicionales. Esta localidad de la provincia de Chimborazo, considerada bendecida por Dios, por los hermosos atractivos naturales, además de su patrimonio inmaterial que se conserva y transmite a través de sus festividades, cumple 37 años de cantonización.

La algarabía y música que caracterizan a esta ciudad están en pausa por la pandemia de la Covid-19. La cercanía con las fiestas de carnaval era propicia para los festejos que se extendían con eventos deportivos, culturales, gastronómicos, artísticos y sociales, pero este 9 de febrero la celebración será sencilla.

Los valientes toreros de la pamplonada ya no correrán con sus improvisados capotes por las calles valladas, tampoco se designó a la Penipeña Bonita y Solidaria y ni al penipeño Gran Señor, dignidades de reconocimiento a personas por su trayectoria en favor del cantón.

Pero el Cabildo no quiso que la fecha pasara desapercibida y organizó la noche de luces y la sesión solemne en este día en el cual entregarán reconocimientos a personajes e instituciones que se han destacado por sus acciones y trayectoria, y al personal de Salud por su ardua tarea durante la emergencia sanitaria.

DULCE AROMA

Entre los homenajeados en la sesión está Jorge Totoy, en representación de los fruticultores. Su familia ha labrado la tierra desde hace muchos años.

Para los penipeños, la tierra es el eje principal que los conecta con sus ancestros, los diversos productos que dan un dulce aroma a esta tierra y a más de ser su fuente de ingresos, son la base para elaborar diferentes potajes que sirven en sus fiestas. Así conservan sus tradiciones que son parte de su identidad cultural. Uno de esos preparados es el jucho, bebida hecha a base de capulí, durazno y pera.

Además de su producción de frutas, Penipe cuenta con un patrimonio natural que lo hace uno de los cantones chimboracenses más visitados. Gran parte de su territorio es parte del Parque Nacional Sangay, en cuyo territorio emergen los volcanes Tungurahua y Altar, antiguos dioses de los pueblos originarios, y de cuyas entrañas fluyen cascadas y aguas termales.

El cantón está atravesado por varios ríos en cuyas riberas se ofrecen espacios para disfrutar y gastronomía típica.

Ciudad tiene sedes de la solidaridad

Penipe es un pueblo solidario, y en este aniversario resaltarán el trabajo de las religiosas católicas que regentan el Hogar de Ancianos Desamparados, que lleva 25 años al cuidado de adultos abandonados o cuyos familiares no pueden hacerse cargo.

“Estamos contentos como comunidad por este homenaje que nos hacen, pero mucho más agradecidas con todos los que nos han colaborado en estos momentos difíciles”, manifestó sor Mariana Rojas, directora del centro geriátrico.

Además de este centro tienen otro que acoge a niños con discapacidad. En 1979, el padre Jaime Álvarez creó el Centro de Erradicación del Bocio y Capacitación a minusválidos (CEBYCAM), que desarrolla proyectos inclusivos productivos, de capacitación, salud, educación, asistencia social, empresas de economía solidaria, entre otros.