Las unidades del Trolebús, que fueron novedad en octubre de 1995, ya cumplieron su ciclo con los quiteños, por lo que ahora están siendo chatarrizadas, en medio de la nostalgia de quienes vivieron este salto hacia la modernidad de la Carita de Dios.

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Patricio Andrade, vecino del barrio de Chimbacalle, recuerda que cuando empezó a operar este sistema de transporte, en la administración de Jamil Mahuad, hubo algunos tropiezos que se fueron solventando. “Los buses como el Colón-Camal pasaban por aquí y nos los quitaron. Al principio solo teníamos una parada de sur a norte”, indica.

Cuando eso pasó, Patricio tenía 29 años y era soltero. Los años pasaron y ahora el uso del primer sistema moderno de Quito ya está normalizado. “A la gente le costó acostumbrarse también porque no eran como los buses que paraban donde sea”, admite.

Eso sí, el primer día de operaciones, el 17 de diciembre de 1995, en Chimbacalle hicieron una fila de varias cuadras para conocer el nuevo sistema operado con energía eléctrica y con pago más ordenado. En aquella época había que comprar fichas, que se colocaban en una máquina. El rol del controlador de bus se esfumó.

Excursiones y paseos en Trole

Diego Ponce, de 39 años, recuerda que todo se conoció por los noticieros: la adquisición de las unidades, la construcción de las paradas. Él, un niño entonces, vio maravillado cómo los articulados circulaban desde la Y, en el norte, hasta El Recreo, en el sur. “Fue el primer paso hacia el transporte moderno, no contaminaba. Era muy bonito”.

El Trolebús fue parte de una actividad escolar, pues las profesoras de su centro de estudios organizaron una excursión con todos los alumnos. “Ahí fuimos toditos formados para conocer el famoso Trole”. Inicialmente era posible dar todas las vueltas que uno quisiera con un solo pasaje y en el mismo articulado.

La imagen más emblemática fue la llegada de la unidad 001 a la Plaza del Teatro, en medio de centenares de personas. Se trataba de un articulado enorme que sigue operativo, pero pronto será parte del museo del transporte de la capital.

Chatarra y recuerdos

Nadia Ruiz, gerente administrativa de la Empresa de Pasajeros de Quito, le cuenta a EXTRA que en total 31 unidades están siendo chatarrizadas. “El objetivo es darles de baja. Por sus condiciones operativas ya no eran seguros para dar servicio”.

Desde 2024 ya no se encontraban en los talleres de dicha empresa, pues el mantenimiento resultaba más caro que el costo del mismo articulado, según la funcionaria. “Esta es la segunda fase, otros 12 ya se chatarrizaron”, explica.

Pero no todos serán destruidos. Once de ellos serán donados a cantones de la provincia de Pichincha y otros tres a cantones de Carchi. “Esos se van a convertir en biblioteca, ludotecas, espacios para adultos mayores”, afirma.

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