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Chamo rumbea su valentía cantando salsa en el sur de Guayaquil
El caraqueño no se dejó ganar de una tragedia y alegra a conductores con su canto. Llegó al país por razones de salud y ya se quedó residiendo.
El micrófono que Yin Cony Bello Maestre sujeta en su mano izquierda se ha convertido en su aliado. No solo representa una herramienta de ‘camello’, también es una puerta al arte y a la admiración de quienes lo escuchan cantar, sin dejarse vencer por estar en una silla de ruedas.
Oriundo de Caracas, capital de Venezuela, Yin ha encontrado en la salsa su género preferido. Y para sus interpretaciones rumberas ha escogido tres ‘escenarios’, en el sur de Guayaquil: el redondel de la ciudadela La Pradera, la esquina de las avenidas 25 de Julio y José Vicente Trujillo y los alrededores del Mall del Sur.
El chamo, de 34 años, tiene bien ‘craneada’ su rutina. Su primera jornada suele ser de 08:00 a 10:00 u 11:00. En la tarde, ‘chambea’ de 16:00 a 19:00. Una de las cosas que aprendió en sus cinco años en la urbe porteña es que en esos horarios el sol es algo menos ‘matador’. Por eso aprovecha.
Llega cargado de dos parlantes, pedestales y su ‘micro’. Se ayuda con un celular para reproducir las pistas musicales. Acomoda sus equipos en los parterres o veredas, prueba sonido y, ahí sí, ¡rueda el talento!
Sus gestos dejan notar cómo se goza su canto. Cierra los ojos a ratos, menea la cabeza y mueve sus hombros si la canción invita a zangolotear el esqueleto. Aunque también selecciona melodías con letras de más reflexión, como ‘Careta’, de Ismael Miranda.
“Antes cantaba vallenato, pero me fui dando cuenta que tengo un timbre más apegado como para la salsa”, cuenta, mientras se toma un descanso cuando los carros circulan con la luz del semáforo en verde.
Una de las curiosidades al verlo es que como las canciones duran más tiempo que la prohibición de rodar con el semáforo en rojo, él sigue con su show mientras pasa entre los autos recibiendo las monedas de los conductores.
En el instante de recoger el billete también se nota que sus ‘panas’, comerciantes ambulantes, lo aprecian. Pues, cuando pueden, ellos se encargan de agarrar la plata y dársela, evitando que se mueva.
“Todos somos amigos, nos apoyamos y ellos me ayudan”, dice sonriente
En esta actividad lleva apenas siete meses. También complementa su labor con presentaciones en fiestas o agasajos, que últimamente han empezado a ‘caerle’, fruto de los videos que comparte en sus redes sociales.
DEPORTE Y NUEVO COMIENZO
Antes de su actual faceta de cantante, Yin vendía cualquier producto para poder ‘parar’ la olla. Pero el comercio formó parte de un reinicio en su vida. De ‘pelado’ fue deportista, pero no pudo seguir esa vocación.
“Era atleta. Iba a pasar a la selección de atletismo de Venezuela, me compré una moto, tuve un accidente y me fracturé la médula”, lamenta.
Con esfuerzo y recurriendo muchas veces a medicina alternativa, ante las carencias en su país, se recuperó, aunque no volvió a caminar. Sin embargo, pasó rápido la página y vino a Ecuador para hacerse atender mejor y buscar que el destino le sonría de nuevo.
VIAJÓ CON APOYO DE ÁNGELES
Su viaje a Ecuador fue toda una aventura, en la que participaron personas de buen corazón. Para empezar, no le alcanzó el dinero para desplazarse de Caracas a Tulcán. Sin embargo, los empleados de la compañía de transporte le permitieron embarcarse, a pesar de que le faltaba plata.
En el trayecto se hizo amigo de un compatriota, quien le dio ‘billullo’ para que pueda llegar hasta Guayaquil. Y durante todo el tiempo que lleva en nuestro país se ha topado con gente que, de una u otra forma, han hecho algo por él. Por eso se considera un afortunado.