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Caso Ramiro Lozano: Familiares se pronuncian tras su asesinato en la vía Pifo-Papallacta
Tras un mes del crimen de Ramiro Lozano, sus allegados no han obtenido respuestas. Ellos presumen que lo mataron de esa manera por no dejarse robar
Valentina se subió a una silla para alcanzar el micrófono del atril y entonó la canción Gloria de Dios, de Ricardo Montaner, en la iglesia de Cotacachi, al norte de Quito, la tarde del 18 de noviembre.
La pequeña, de siete años, le dedicó la melodía a su padre, Ramiro Alexander Lozano Quiguango, para honrar su memoria, a un mes de su partida.
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El cuerpo del hombre, de 27 años, fue hallado desmembrado en dos sacos en un riachuelo junto a una calle que lleva a una localidad conocida como Sacha, en el kilómetro 8 de la vía Pifo-Papallacta.
El hallazgo lo hizo un comunero de la zona, quien alertó del hecho a la Policía.
El caso permanece en investigación por parte de la Fiscalía y ha mantenido en angustia a los pobladores de la zona; pero sobre todo a los familiares de Lozano y a los habitantes de Cotacachi que lo conocían desde pequeño.
Todavía desconocen la razón por la que lo asesinaron de esa manera y piden justicia a las autoridades.
Las últimas horas
Elizabeth Quiguango, madre de la víctima, relató que su hijo vivía hace más de un año en Tumbaco, al oriente de la capital, junto a su pareja, y se dedicaba a labores de jardinería.
Recordó que el 18 de octubre, Lozano le contó que iba a vender un celular y le pidió que le prestara dinero para comprar unas cosas para el hogar.
“Le escribí un mensaje a las 16:30 para decirle que le hice el depósito, pero ni siquiera leyó el mensaje”.
La venta del teléfono la iba a realizar cerca de una licorería ubicada en la intersección de las calles Villavega y Rosa Zárate. “El dueño del local le habría llamado a mi hijo para decirle que el chico que le iba a comprar estaba esperando”.
Eso fue lo último que supieron de Lozano. Sus familiares no pueden explicarse cómo su cadáver llegó a aparecer a más de 16 kilómetros de distancia desde el último punto que lo vieron con vida.
Ramiro Lozano, padre de la víctima, contó que la noche del 19 de octubre recibieron la llamada de un policía, quien les indicó que ubicaron un cadáver que tendría las mismas características de su hijo.
Al siguiente día viajaron a la capital para reconocer el cuerpo que estaba en pedazos. Lograron identificarlo por un tatuaje en el brazo derecho en el que tenía escrito el nombre de su progenitor.
La autopsia reveló que Lozano murió desangrado por una herida en la yugular. Lo habrían apuñalado por varias ocasiones en esa zona del cuerpo. “No tenía rasgos de haber sido torturado ni tenía otros golpes en su cuerpo”, indicó Patricio Flores, cuñado de la víctima.
Hipótesis
Flores y Quiguango acudieron a la Fiscalía para dar su versión del caso, el 13 de noviembre, y eso les molestó porque aseguraron que las autoridades no deben esperar tanto para indagar un hecho de esa magnitud. Flores aseguró que durante ese tiempo se pudieron borrar las grabaciones de las cámaras del sector donde lo vieron por última vez.
Por su parte, la madre del occiso afirmó que las sospechas que tienen sobre el crimen es que “lo quisieron asaltar, porque cuando fue a vender el celular tenía una laptop y su teléfono de alta gama”.
La mujer presume que su hijo quizás intentó defenderse y por eso lo asesinaron.
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