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Caso descuartizado: “La cabeza se sigue pudriendo”
Policía no tiene los resultados de ADN y eso angustia a las ñañas de la víctima. Experto señala que la capital se convirtió en campo de batalla de bandas criminales.
Las hermanas de Wilmer Macías continúan angustiadas porque todavía no encuentran la cabeza, parte del tórax y los brazos del joven. Temen que se pudran y que no puedan enterrarlos.
Por eso, la mañana del viernes 3 de febrero, junto a otros familiares, decidieron ir al Parque Metropolitano del Sur, para buscar por su cuenta. En este lugar hallaron el resto del cuerpo de la víctima, la mañana del jueves 2 de febrero.
La Policía les dijo que realizarán pruebas genéticas para confirmar la identidad, pero todavía no hay resultados.
Sin embargo, las ñañas reconocieron el cadáver de Wilmer por unas marcas corporales que tenía en las piernas. Su luto ha sido ‘a medias’ porque aseguran que no pueden despedirse de él si no tienen el cuerpo completo. “Las autoridades no dicen nada. La cabeza se sigue pudriendo y no vamos a poder enterrarla como queremos”.
Incertidumbre y guerra
El caso se investiga como una muerte violenta, pero todavía no se especifica cuál sería el motivo del crimen. Las hermanas de Wilmer aseguran que lo secuestraron, asesinaron y desmembraron por equivocación. El joven almorzaba en un asadero de pollos con su novia, en la Ciudadela Ibarra, sur de Quito, cuando dos sujetos se lo llevaron.
Las calles de este sector y de los barrios aledaños como la Martha Bucaram y La Ecuatoriana estarían controladas por integrantes de la banda delictiva Los Lobos, según la Policía del Distrito Quitumbe.
Ellos, al parecer, se dedican al expendio de droga y actualmente habría una pugna de poder por tener el control de la distribución en esta zona.
Un oficial señaló que la organización habría ‘desaparecido’ a los microexpendedores que pertenecían a clanes familiares y que ahora estarían peleando con una banda con la misma capacidad logística que la de ellos y que les quieren desterrar. En el caso de Wilmer, según el agente, se trata de comprobar que no haya pertenecido a una de estas bandas.
Si se llegara a demostrar eso, según el abogado Christian Cañar, experto en crimen organizado, se estaría viviendo una realidad similar a la de Guayaquil. “Todo se reduce a control de territorio y poder.”
Según el experto, las bandas quieren enviar un mensaje de miedo a sus contrarios y a la ciudadanía para lograr prestigio y dominio.
Ante esto, Cañar recomienda que la Policía, mediante sus unidades investigativas, deben determinar cuáles serían las estructuras involucradas para así conocer si solo pretenden alimentar los réditos de su organización o quieren enraizarse en la sociedad.
“En la capital se viene una guerra donde la policía tiene que jugar con las reglas que les da el estado frente a ellos (bandas) que no tienen ninguna”.