Exclusivo
Actualidad
¡Una casa para Tomasita!
Un centro de atención gerontológico y estudiantes de arquitectura reúnen fondos para construir una estructura nueva... ella escapa de ser aplastada.
María Tomasa Tipán –85 años, bajita, cabello gris– vive en constante peligro... Apoyada en un bastón, la adulta mayor camina entre los materiales de construcción que están desperdigados en el patio de su casa, situada en el sector La Gatazo, sur de Quito.
Busca el primer rayo de sol. Su habitación es tan fría que la humedad se ha calado en sus huesos.
En su vivienda no hay un lugar cálido. Incluso, corre el riesgo de venirse abajo, aun con María dentro. Construida con adobe y madera hacía medio siglo, los materiales se han deteriorado tanto que ya no sirven para nada. Pero es quizá lo único que tiene.
Desde fuera se observa el techo de latas oxidadas sostenido con piedras y ladrillos para que los ventarrones no se lo lleven. Algún día, piensa Tomasita –como la llaman de cariño–, “se irá volando”. Y ese día parece no estar muy lejos.
La coordinadora del Centro de Atención Gerontológica Tierra Nueva, Lilian Noguera, atendía a María en aquel lugar. Cuando llegó la pandemia del COVID-19, debió visitarla en su casa. Fue entonces cuando quedó impresionada de su extrema situación.
“No tenía comida, no podía salir porque es población de riesgo”, asegura.
Lilian pensó que era cuestión de refaccionarla. Pero no. La estructura sigue en pie por quién sabe qué. Ni las tablas por donde camina están en buen estado. Rotas. Viejas. Y para ella que tiene problemas de movilidad es tan difícil ir a de un lugar a otro en su propia casa.
Necesidad
Tomasita vive sola. Sus mascotas rescatadas son su compañía. Antes, ganaba unos centavitos vendiendo la leche de una vaca que cuidaba. La sacaba a pasar en el barrio. Y por las noches, la metía en un cuarto, cuenta Irene Salazar, una de sus seis hijos. Y quien ha intentado ayudarla como sea.
Pero es difícil, reconoce. Ayudante de enfermería, gana el sueldo básico. Además, con la emergencia sanitaria su nuevo contrato es pasando un mes.
Y cuando las cosas no podían ponerse peor, a la hija mayor de Irene le detectaron leucemia. Y tuvo problemas cardíacos. “Casi se me va”, lamenta la madre.
Durante el confinamiento no tenía posibilidades de visitar a su madre. Estaba preocupada, sobre todo porque un día Tomasita le contó que tendía dolor de cuerpo, de cabeza... parecía una gripe fuerte. Con inocencia, la adulta mayor dice: “Yo me cuidé con limón”. Pero el resultado dio positivo.
AYUDA
La mujer acudía a clases lúdicas a una fundación donde tenía comida y compañía. “Yo me distraía con mis compañeros (...) extraño las fiestas”, cuenta entre risas. Hacía manualidades que serán exhibidas en una exposición en las próximas semanas.
Pero necesita ayuda. Ya le han llevado víveres e implementos de aseo. Sin embargo, donde vive no es seguro. Estudiantes de arquitectura de la Universidad Católica hicieron planos para construir una nueva estructura. Pero no hay los materiales para levantarla.
Ellos junto a Tierra Nueva organizaron una rifa para recaudar fondos. De allí se estima conseguir 1.000 dólares, pero la nueva infraestructura con baño costará al menos 6.000... cualquier ‘empujoncito’ es bienvenido.
Si usted desea colaborar con esta causa puede comunicarse con este Diario al 3956480 ext. 7082.