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A Yolanda le da miedo que los piratas le roben el motor de la canoa y los dejen sin trabajo.Juan Faustos / EXTRA

Cangrejeros de Naranjal temen más a los piratas que a los mosquitos y bagres 'asesinos'

Cortes, hincones y hasta golpes deben aguantar estos trabajadores artesanales en sus faenas. Pero lo que más les preocupa es la delincuencia.

Luego del deceso del cangrejero Raúl Mejillones (33 años), quien el pasado 5 de marzo, en Puerto Baquerizo, Naranjal, murió porque la espina de un bagre negro le perforó el corazón, EXTRA visitó a este cantón guayasense de ‘camelladores’ del mar, para conocer los percances que ellos viven para ganarse el sustento del día.

No solo aguantan las agarradas de tenazas de los crustáceos, también sufren cortes por los ostiones, cuyos filos de sus conchas pueden ser iguales o más filosos que una hoja de afeitar. Llegan, incluso, a traspasar un par de botas de caucho y cortar su piel.

Otras sorpresas con las que se encuentran son las picadas de camarón brujo y pez brujo, ejemplares que permanecen enterrados en el lodo.

“Este camarón tiene en su rabo puntas, que son venenosas, su tamaño es de tres centímetros, más o menos. Cuando las clavan, nos da fiebre, dolor en la zona donde picó y nos late. No trabajamos unos tres días”, cuenta David Mejillones, quien tiene 35 años de edad y 17 de cangrejero. Vive en Naranjal, pero labora en el recinto Puerto Baquerizo.

El pez brujo es otra especie temida. Mejillones indica que este animal tiene en la parte superior unas espinas, como el bagre, no se las ve, pero si se lo topa, estas salen, así se defienden. Estas astillas miden tres centímetros, más o menos.

“Una picada de un pez brujo hembra es lo peor, ella deposita sus huevos en la herida y en el aguaje esta se hincha y llena de pus, toca ponerse un trapo mojado caliente o aceite tibio para que se deshinche y con una aguja escarbar, prácticamente uno tiene que sacarse un pedazo de carne”, señala Mejillones.

En esta bota se puede ver el corte de un ostión.Juan Faustos / EXTRA

Los secretos de la abuela

Yolanda Banchón (36), del recinto El Salvador, de Naranjal, tiene ocho años como cangrejera, es la única mujer de la zona que se dedica a este oficio. Sostiene que cuando un pez brujo le pica, lava aquella parte del cuerpo (por lo general es la mano) con agua de zaragoza y sal; hace lavados diarios hasta que baja la hinchazón y toma pastillas para la infección. También cuenta que una vez le dio erisipela, una infección a la piel que se produjo por un corte que se hizo con un manglar, en su pierna izquierda. “Un mes y medio tuve mi pierna roja e hinchada”.

La cangrejera recuerda que hace cuatro años, a un tío, dedicado a esta actividad, le mordió una serpiente. “Metió la mano en un hueco para coger a un cangrejo y le picó, se lo llevaron corriendo a Guayaquil”, rememora. Mejillones afirma que hace 10 años cogió a una matacaballo, de un 1,70 metros, aproximadamente.

Hay peces, como la lisa, que suelen brincar; por el golpe y la fuerza del salto, les deja moretones, es como si les metieran un puñete. En brazos y pecho es donde más se los han ‘sonado’.

Te desgarra la piel

A Norberto Reyes, cangrejero hace tres décadas, un bagre de cuatro libras le hincó hace año y medio. “Ellos tienen una baba encima que es ‘inconosa’, a uno le queda esa sustancia adentro y causa un dolor fuerte. Me picó uno en la mano izquierda. Una cortada e hincada de un clavo es nada en comparación a ser picado por un bagre. Cuando te hinca te desgarra la piel, es como una sierra cortando, te hace pedazos la carne”.

Los cangrejeros no solo se lastiman al capturar los crustáceos, también se lastiman cuando arman los atados.Juan Faustos / EXTRA

El dolor se extendió hasta el hombro, “es inaguantable”. Un doctor le aplicó inyecciones y le limpió la herida con agua oxigenada.

Julio Rodríguez, presidente del recinto El Salvador, dice que por la actividad les toca pasar estos riesgos. “Hay que andar sin miedo al bagre y otras especies que se pueden presentar”, expresa el dirigente, quien asevera que más temor le tienen a los piratas, quienes los suelen dejar botados en zonas lejanas a sus comunidades

De 30 a 50 dólares se hacen a diario los cangrejeros en su jornada laboral. 

Apenas llegan al muelle, los cangrejeros ya tienen ‘cuadrados’ sus pedidos.Juan Faustos / EXTRA