Dentro de un contenedor ubicado en el Comité del Pueblo, al norte de Quito, fue hallado un cadáver entre la basura. Este hecho ocurrió el 9 de junio de 2023, cuando una recicladora se llevó esta horrible sorpresa y avisó a los vecinos, quienes llamaron al ECU 911.

Hace un mes, otro cadáver fue encontrado en el recolector de la Estación de Transferencia Norte de Zámbiza, en la ruta del Parque de Los Recuerdos. En ambos casos, los cuerpos fueron llevados al Servicio Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

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Aunque no es la generalidad, algunos cadáveres hallados de esta manera no logran ser identificados y deben enterrarse sin un nombre, una historia, una familia, solo con un número con el que se identifica su caso.

Entre 2019 y mayo de 2023 se han inhumado 975 cadáveres no identificados (NN) en el país, de acuerdo a datos del Servicio Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Todos han pasado por un proceso minucioso de análisis que no ha tenido resultados positivos para determinar la identidad.

Alejandra Pérez, coordinadora técnica de servicios de medicina legal del Servicio Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, reconoce que en los últimos meses, debido al aumento de homicidios en el país, los NN también se han incrementado. Guayaquil y Quito son las ciudades que presentan más casos.

Y es que según el Ministerio del Interior, durante el primer trimestre de 2023, las muertes violentas ascendieron a 1.456, un aumento del 66,4 % en comparación con el mismo período del año pasado, en el que se registraron 815 casos.

La especialista asegura que los cuerpos sin identificación también podrían corresponder a otras nacionalidades y esto se conoce con el acta de levantamiento que hace la Policía en el que verifica detalles específicos del fallecido y la zona donde fue encontrado.

Para ello, deben tener buena relación con las fiscalías y embajadas de otras naciones para cotejar datos. Asegura que en Colombia el proceso para identificar un cuerpo y proporcionar información a Medicina Legal es más expedito que en otros países, por ejemplo en Canadá.

“Para nosotros, además de un proceso técnico, es un proceso humano, por tanto, respetar los derechos de las personas, aun después de la muerte es primordial (...) así como enterrar a esos cadáveres NN de forma individualizada e identificada”, aclara Pérez.

MÁS ALLÁ DEL DATO

Si bien el sociólogo Jorge Sánchez de Nordenflycht reconoce que algunas muertes violentas se deben a accidentes o casos fortuitos, explica que en el caso de los cadáveres NN se puede vislumbrar otros escenarios. “(...) muchos de esos occisos podrían estar involucrados con el narcotráfico, cuestión que atemoriza a los familiares o parientes y los aleja de la posibilidad de retirar al difunto y darle una digna sepultura”.

También cita al ingreso irregular de personas de otras nacionalidades al país como un hecho que podría incidir en el aumento de cuerpos NN e incluso no descarta que muchas personas no se interesen por retirar a sus familiares porque no tienen los recursos para sepultarlos. “El individualismo y la pobreza siguen siendo los factores estructurales de muchos de nuestros principales problemas”, sostiene.

ANÁLISIS PROFUNDO

La temperatura debe mantenerse fría en el cuarto del Servicio de Medicina Legal, en donde se practican las autopsias. Hay mesas de acero con lámparas potentes, balanzas y equipos para examinar los cuerpos que llegan tras una muerte violenta y que deben ser sometidos a varios análisis para ser identificados.

“Cuando fue el aluvión en La Gasca (enero 2022) tuvimos que trabajar tres médicos al mismo tiempo en esta sala para acelerar los procesos y para que no haya tiempos tan largos de espera”, asegura María José Andrade, médico-legal.

La examinación de los cuerpos de forma externa e interna es el primer paso para identificar a un cadáver: causas de muerte, signos de violencia y tiempo de fallecimiento. Pese a los esfuerzos, asegura que no siempre se logra una identificación en esta etapa.

El siguiente paso es el examen de huellas dactilares, pero hay cuerpos calcinados o en avanzado estado de descomposición a los que no es posible aplicar este análisis. Si este proceso tampoco es exitoso, se procede a la antropología.

Roberto Escudero, antropólogo forense, es quien analiza a profundidad los restos óseos de los cuerpos que llegan y con su experticia puede describir fracturas, traumas o roturas. También compara los rasgos físicos y particulares de los cadáveres para cotejar con la información que entregan los familiares de las personas desaparecidas. “Hacemos todo lo posible para identificar los cuerpos, pero cuando no se logra esto es frustrante y se debe aplicar el último paso que es la genética forense”, dice.

Muchos cuerpos llegan a esta última etapa sin resultados. No hay familiares que los reclamen, no corresponden con las descripciones de personas desaparecidas y su perfil genético es un misterio. Esos cuerpos NN permanecen hasta 30 días en la morgue. Después de este período son enterrados con una orden fiscal.

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